Batey con “B” de banano

MONTECRISTI La naturaleza del batey ha cambiado mucho desde que se produjeron las primeras migraciones haitianas para trabajar en los ingenios azucareros y en las obras de construcción pública a principios del siglo XX. Esta transición, si se quiere, tiene que ver con el cambio que experimentó la economía dominicana cuando la industria azucarera perdió fuerza.

Así, de ser un lugar de cultivo de caña de azúcar y poblado por haitianos, nacieron los bateyes de plantaciones de banano, levantados por empresas extranjeras que contrataron mano de obra dominicana. Como sucedió en Montecristi con la llegada de la Grenada Company alrededor de los años 40.

“En la medida que se empezaron a producir transformaciones en la economía dominicana, decae la actividad azucarera. Por eso, en algunos territorios rurales se volvió a hacer énfasis en otras tareas agrícolas como el cacao, el tabaco. Algunas de carácter agro-exportador como el banano, el mango, la papa, la yuca y la batata. Y naturalmente comenzó a variar la composición de los trabajadores de la zona rural”, explica el sociólogo y catedrático José Antinoe Fiallo.

“Es un proceso complejo”, puntualiza sin dejar de destacar que es interesante porque notas cómo se concentran estas nuevas poblaciones alrededor de las nuevas actividades agrícolas. Hay una mezcla de personas de diferentes procedencias concentradas en una actividad agrícola particular. Eso es lo que define un batey”, agrega.

En los bateyes Juliana-Jaramillo empezó a escribirse de esa manera su historia: “Veinte años atrás allí no había haitianos”, afirma el doctor Miguel García Tatis, quien ofrece sus servicios contratado por BANELINO (Banano Económico de la Línea Noroeste), una de las compañías bananeras propietaria de terrenos en esta zona fronteriza.

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