!!!!!…Se hunde el barco mi querido capitán….!!!!!

Por: Leonardo Sanchez

“Había una vez un barquito chiquitito, / había una vez un barquito chiquitito

que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar. / Pasaron una, dos, tres,

cuatro, cinco, seis, siete semanas, / pasaron un, dos, tres, / cuatro, cinco, seis, siete semanas, y aquel barquito y aquel barquito/ y aquel barquito navegó …”

Santo Domingo-Zarpaba a tiempo, en medio de fanfarrias, cohetes, vítores y discursos. Brillaba de gusto a nuevo. Los altoparlantes de la nave no callaban en alabar el cambio de capitán en el barco de todos.

Y se hizo a la mar enhiesto y galante con sus velas desplegadas. Los pasajeros se mostraban esperanzados con la tripulación y aquel nuevo capitán tan serio y portador de tantas promesas.

Las impolutas velas, iban henchidas de favorables vientos purpuras.

Navegaría, con una mar propicia durante el primer tramo de la travesía, aunque, sin que lo supieran los pasajeros, había una mar de fondo que se mantuvo en secreto para no asustarlos.

Hubo cuestionamientos a varias decisiones del capitán y su tripulación ya llegando al final del viaje, porque muchos pasajeros habían comenzado a notar señales raras y pudieron corroborar que la nave estuvo zigzagueando mucho antes de arribar al puerto.

Y todo por las piedras de lastre que el capitán no quiso tirar para aliviar el déficit de flotación de la nave.

Ya en el puerto, y amarrando los detalles del siguiente tramo, el capitán decidió cambiar las bitácoras y el itinerario de la siguiente travesía de la nave para que lo volvieran a elegir en el retorno.

Decidió, seguir el mismo trayecto para encontrarse con la tormenta ya desatada y a la vista de todo el mundo, aun con todos los esfuerzos desplegados por los tripulantes por seguir ocultando el mal tiempo.

Los mozos de las relaciones públicas, estaban desplegando una tormenta mediática para ocultar la realidad de la tormenta real que ya estaba zarandeando a la embarcación.

Trataban de ocultar, que el capitán anterior había comprometido el futuro de la nave encomendando todas las obras a la advocación de San Marcelo.

Habían ocultado que la empresa contratada para todas las obras de construcción y mantenimiento del barco había sobornado a muchos suplidores y los materiales usados se compraron sobrevaluados.

Y todo se había comenzado a saber porque la empresa de las obras había sido denunciada en otros astilleros del exterior donde había trabajado, porque los sobornados del astillero antillano habían ocultado los malos trabajos y los sobre costos incurridos por la empresa.

Y el capitán sabía, y se hacía que no sabía, que su nave venía haciendo agua desde antes de la primera travesía. El capitán sabía que no solo era el agua que entraba por las troneras en el fondo falso, hasta la sentina llena de viejos asuntos internos descompuestos y malolientes, mezclados con las piedras del lastre.

También era el viento que soplaba en contra desde la ruta contraria a su trayectoria planificada. Y había tripulantes que estaban tratando de poner la reversa para que el barco no zarpara con este capitán.

Su asesor especial, que había traído desde el gran astillero del sur, se lo había dejado establecido antes de volver a su casa para atender un incendio en los patios del gran astillero que había cogido candela. Y el incendio había comenzado por unas chispas que saltaron desde un lavadero de autos.

Los pasajeros, que habían estado durmiendo con los mensajes de las relaciones publicas, ahora han despertado con el agua subiendo por sus cuerpos, amenazando con ahogarlos.

El agua dentro del barco, sube como suben los combustibles para generar incrementos de ingresos fuera de la oferta y la demanda. Igual que la prima sube las escaleras buscando las divisas para bajar de peso.

Igual han subido todos los precios de la economía para que los impuestos produzcan más ingresos.

Porque en la nueva travesía, hay que terminar los proyectos iniciados sin finançiamento externo porque se cayó en la espuma lavando autos.

Y bajo la cubierta, hay muchos escándalos que surgen y se aplacan y vuelven a explotar como si no fuera suficiente ya con lo pasado.

Ya no solo es la empresa de las construcciones; también están las tierras azucaradas repartidas como canquiñas, y los nombramientos de activistas cobrando con 4 sombrillas amarillas porcentuales muy educadas.

Y la OISOE no se ha olvidado, aunque haya pimentosos funcionarios mostrando hasta la carie con su risa.

Porque esa oficina, como moneda de cambio, tiene sus caras y sus cruces.

Y la frontera sigue siendo un colador, colando nuevos pasajeros para subirse al barco de polisones. ¡Y nadie mira pa’llá papá!

¡Y la camiona sigue sin uso!

Se roban un camarote de Tres Brazos, los ladrones los devuelven, ¡y no pasa nada!

Un valle intramontano ha dejado de ser nuevo por un uso abusivo y descuido de anos, mientras se ha socializado el asalto a la naturaleza. Y los pájaros ahora les tiran a las tímidas escopetas.

Y el banco muy reservado, inexplicablemente no tiene reservas. ¡Y no pasa nada!

Y el capitán se percibe asustado, porque entiende muy bien por qué hay muchos pasajeros que están subiendo a la cubierta vestidos de verde. Y cree que lo quieren tirar al mar, sabiendo bien que solo quieren que se acaben los escándalos.

Que se demande a la compañía y que vayan presos los sobornados, porque ambos han violado las leyes del barco.

¡Y quieren pintar el barco de verde porque están jartos de tantos chanchullos como los acuerdos confidenciales!

-Que se pare ya la vaina, que ya se sabe todo-

Porque no quieren seguir pagando pasajes caros para que sigan los escándalos y el capitán cogiendo prestado para seguir la fiesta del reparto.

¡O que se hunda el banco!

¡Se hunde el barco mi querido capitán!

¡Se hunde el barco ca…ca…carajo!