Nadal sienta a Djokovic en el diván y se lanza a la reconquista de Roma

Nadal tumba a Djokovic y jugará su 10ª final en Roma

Hay duelos que no entienden de momentos. No importa que Rafael Nadal esté a la altura de su mejor tenis o que Novak Djokovic siga tratando de encontrarse a sí mismo. Hay días en los que un partido entre el segundo clasificado de la ATP y el número 18 del mundo se convierten en un choque entre iguales. Un Nadal-Djokovic nunca dejará de enfrentar a dos grandes campeones de todos los tiempos. Así lo demostraron ambos. Las diferencias, sin embargo, todavía existen y el partido se lo llevó Nadal para el pase a la final de Roma. Djokovic se quedó con el consuelo de saber que hay luz más allá del túnel. [Narración y estadísticas (7-6 [4], 6-3)].

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Episode 51 of Nadal v Djokovic goes to 🇪🇸. 💪

7-time Rome champion @RafaelNadal will play for the 🏆 and improves to 10-0 lifetime in semi-finals at #ibi18

El serbio había salido a la pista con el dicho de Ortega y Gasset en la cabeza: “yo soy yo y mi circunstancia”. En el fondo del Nole actual se empiezan a ver muchas huellas del de toda la vida, aunque todavía la circunstancia pese como una losa. De haber encontrado otro rival, probablemente ahora mismo estaría celebrando volver a la final de un Masters 1000, justo un año después de la última que disputó en este mismo torneo. Pero cuando tienes delante a Nadal, la contingencia se convierte en determinante.

El serbio se mostró como una versión diésel del bulldozer que un día fue, aunque cada vez vaya ganando en potencia. Le cuesta todavía encontrar esos golpes en carrera que fueron marca de la casa, pero parece empeñado en hacer las cosas fácil, en no fallar cuando no debe. Para comenzar de cero conviene construir la casa por los cimientos. Buscó la virtud en la sencillez y así, poco a poco, se fue soltando hasta disfrutar de sí mismo.

Golpes extraordinarios

El primer set fue todo un ejercicio de psicoanálisis. Rafa, en el papel del doctor y Nole del paciente. El juego del mallorquín se suele dibujar en una línea recta, mientras que el serbio trataba de alzar el suyo hacia una curva ascendente. La insoportable regularidad de Nadal le había otorgado un break y la posibilidad de apuntarse la manga. Pero en ese momento, en el decisivo, Djokovic apareció, como recién llegado de 2015.

El parcial se fue a un ‘tie-break’ en el que se vio una sucesión de golpes extraordinarios. El español ya había tenido que aplaudir antes una cadena de dejadas y voleas que cayó del lado de su rival. El Foro Itálico se levantó para dejar claro que aquí se quiere tanto a uno como a otro. En el desempate, ambos fueron imponiéndose al saque de su rival hasta que un resto a la línea de Rafa puso el punto y seguido.

Cinco años despuésLa segunda manga comenzó con otra ruptura tempranera del balear y aunque Djokovic nunca se rindió, el número dos del mundo continuó la terapia. Paso a paso, sin apenas fallo, el español terminó por convencer a su oponente de la importancia de la memoria histórica. Hace dos años el de Belgrado ganó aquí a un Nadal que trababa de salir del hoyo. Este sábado, fue al contrario. Pero si Rafa regresó como un gran campeón, ‘por qué no yo’, debió de pensar Nole. Fueron necesarias dos horas de partido para doblegar a un Djokovic al que nunca domesticó. “Los partidos contra él siempre son durísimos y hoy no ha sido una excepción”, dijo justo después de finalizar el partido. El mallorquín vuelve a la final de Roma, un torneo que ha levantado en siete ocasiones, pero que no gana desde 2013. La capital italiana espera a su rey. Y ya ha le ha reservado plaza a Djokovic para futuras ocasiones.