Santo Domingo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzó el Índice Regional de Pobreza Multidimensional (IPM) con enfoque en las mujeres de América Latina y el Caribe que ubica a la República Dominicana en la posición cuatro (21.5%) de los 10 países estudiados al medir la tasa de incidencia de los hogares multidimensionalmente pobres.
El análisis regional revela que el 27.4 por ciento de las mujeres experimentan pobreza multidimensional. La intensidad de la pobreza, medida como la proporción promedio de privaciones entre las mujeres pobres, es del 48 por ciento. Es decir, en promedio, las mujeres en situación de pobreza experimentan privaciones en casi cinco de los diez indicadores que componen este IPM.
Para la República Dominicana, los principales desafíos para superar la pobreza multidimensional de las mujeres se encuentran en: 49.8% con acceso precario a “Servicios de la vivienda” (agua, saneamiento, electricidad, y combustible para cocinar), 62.1% de las mujeres “Carece de acceso a Internet en el hogar”, el 36.5% enfrenta el “Hacinamiento digital” (3 o más miembros para 1 equipo tecnológico), y “Actividad económica desfavorable” o que “No percibe ingresos” con un 26.9% y 16.8% de las mujeres respectivamente.
La pobreza multidimensional mide las carencias que al mismo tiempo enfrentan las personas, más allá de la medida de pobreza por ingresos. Integra un conjunto de factores determinantes o variables que determinan la situación de la pobreza, en áreas como salud, educación, ingresos, vivienda y servicios básicos, entre otros. Este indicador fue introducido en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD y elaborado en conjunto con el Centro de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford (OPHI) a partir del año 2010.
Con este nuevo IPM se dispone de una medida de comparación y medición de la pobreza que enfrentan las mujeres entre los países seleccionados con el fin de evaluar el desempeño de dichos países en su reducción y reconocer avances a través del tiempo. Con este estudio, el PNUD regional ha introducido una metodología innovadora para el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) centrado en la situación de las mujeres que incluye 5 dimensiones y 10 indicadores. Entre las novedades se encuentra la medición de variables que estaban ausentes como la privación en el acceso a Internet y el hacinamiento digital, que busca entender mejor la brecha de género asociada a las TICs. Esto, porque las tecnologías disruptivas que han emergido puedan convertirse en catalizadoras para superar las trampas de salida de la pobreza de las mujeres, aportando resiliencia y para aprovechar la economía digital.
El objetivo es el de aportar a políticas de reducción de pobreza desde una mirada que considere las vulnerabilidades y discriminación en la esfera de los derechos de las mujeres, tales como: el acceso a trabajo decente, a educación y salud de calidad, acceso a las tecnologías, tiempo dedicado a labores domésticas y de cuidados, acceso a servicios básicos en las viviendas donde habitan, entre otros aspectos. Este indicador complementa el IPM-RD que tiene el país, que comprende 5 dimensiones y 24 indicadores, considerando aspectos como el cuidado infantil, los riesgos frente a choques climatológicos, salud y educación de calidad, y la brecha digital, entre otros.
La feminización de la pobreza en la región es un fenómeno bien documentado, según datos de CEPAL para el 2019 – antes de la COVID19- por cada 100 hombres pobres había 113 mujeres pobres en la misma condición, mientras que para 2021 – post pandemia – este número incrementó a 116 mujeres por cada 100 hombres en situación de pobreza. Para la República Dominicana este indicador aumentó aún mas en el 2021 situándose en 137.2 mujeres en situación de pobreza por cada 100 hombres[1]. Esto actúa como una barrera estructural para las sociedades, para el desarrollo sostenible y para el logro de la Agenda 2030, ya que limita la autonomía económica, física y de toma de decisiones de las mujeres y de sus familias.
En los 10 países analizados el 19 porciento de las mujeres urbanas experimentan pobreza multidimensional, este porcentaje es casi tres veces mayor para las mujeres rurales, alcanzando el 58 por ciento. Así mismo, el estudio muestra que las principales privaciones que enfrentan las mujeres en situación de pobreza multidimensional en estos países están relacionadas con una “condición de actividad desfavorable” (sin generación de ingresos, salarios por debajo del mínimo y la informalidad) y la “falta de acceso a internet” con un 66,3 por ciento y un 50,6 por ciento de las mujeres adultas, respectivamente.
El índice resalta la urgencia de recopilar datos sensibles al género en las encuestas de hogar para medir la pobreza con enfoque de género de manera efectiva y ofrece recomendaciones para garantizar la desagregación de datos según criterios relevantes como edad, etnia, discapacidad, área geográfica, identidad de género, orientación sexual, religión, estatus migratorio, nacionalidad, nivel de ingresos, maternidad y edad de las personas dependientes para analizar la interseccionalidad de las privaciones en las mujeres. Así mismo, el índice sugiere la inclusión de indicadores relacionados con el uso del tiempo, la violencia y la salud sexual y reproductiva en futuras encuestas.
El PNUD propone a tomadores de decisión tres estrategias para incorporar una perspectiva de género en la medición multidimensional de la pobreza: 1) integrar indicadores sensibles al género en los Índices de Pobreza Multidimensional existentes; 2) analizar los Índices de Pobreza Multidimensional desde una mirada de género; y, 3) elaborar un IPM específico para las mujeres.
El análisis recomienda además implementar políticas públicas género transformadoras en cuatro áreas claves, para “No dejar a ninguna mujer Atrás”: protección social, sistemas integrales de cuidados, políticas activas del mercado de trabajo y sistemas fiscales justos, así como considerar los desafíos y discriminaciones particulares de las mujeres en su diversidad, abordar su valor económico, garantizar su seguridad y mejorar su calidad de vida.