Ha pasado exactamente un mes desde aquel 14 de agosto, en el que una fatídica explosión removió la ciudad de San Cristóbal y movilizó a todo el país hacia el epicentro del desastre: una de las principales arterias comerciales, donde se había extendido un incendio con decenas de heridos y una cantidad indefinida de fallecidos.
A un mes de lo sucedido, la tragedia fue denominada como “Caso explosión mortal”, en el que se han identificado tres personas como responsables por el fallecimiento de 37 personas (una más falleció el pasado martes, lo que suma 38 las víctimas), 59 las que sufrieron lesiones de leves a graves, más de 12 viviendas afectadas y al menos 70 negocios que vieron su vida comercial trastornada, algunas reducidas a cenizas.
A pesar de que algunas preguntas han obtenido respuesta durante este mes, familias aún reclaman por sus seres queridos, desaparecidos desde el día del siniestro o sin identificar por el estado de calcinamiento en que quedó su cuerpo, aún a espera de identificación en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), donde reposan las osamentas de al menos 19 personas.
Para otros su duelo ha sido diferente, pues tuvieron que ser desplazados de su residencia por los daños ocasionados por el fuego y los escombros y algunos también fueron víctimas de saqueo.
Se ha iniciado la demolición en algunos locales comerciales que se convirtieron en zona cero del desastre y otros han sido reparados en sus puertas, ventanas y cristales, reiniciando su vida comercial, justo donde la dejaron aquella tarde del 14 de agosto.
Para San Cristóbal todo marchaba bien ese lunes hasta las 3:15 de la tarde, cuando el sonido de una explosión y el movimiento brusco causado por el impacto, los hizo despertar las alarmas y movilizarse hacia un lugar en el cual resguardarse.
“Yo solté todo y salí corriendo cuando sonó y me cayeron escombros en la cabeza, que no me partieron porque me puse las manos en la cabeza”, fue el testimonio del señor Eurelio de Jesús Santos, quien se encontraba cerca de la explosión en una veterinaria que resultó totalmente afectada.
Con esto inició un incendio en un local comercial, identificado como “Casa Toledo”, ubicado en la calle Padre Ayala, donde decenas de personas quedaron atrapadas entre las llamas y los escombros que iniciaron a desprenderse de la infraestructura.
El cielo se tornó en una densa nube negra, resultado del incendio y el sonido de las sirenas de los Cuerpos de Bomberos y el murmullo de los curiosos llenaron de ruido el lugar, a medida que se iban integrando a las labores unidades de otros cuerpos de bomberos, como el de Haina, Santo Domingo Este y el Distrito Nacional, según reportes, al menos 10 unidades de bomberos se presentaron en el lugar.
Decenas de personas fueron trasladadas a distintos centros médicos cercanos, siendo uno de estos el hospital regional Juan Pablo Pina, donde las personas iban en busca de información de sus familiares.
Se sumaron más unidades de rescate a las labores como la Cruz Roja, la Defensa Civil y la Policía Nacional, acordonando el área para limitar el acceso al punto del desastre e incrementando los esfuerzos para sacar con vida a las personas heridas que quedaron atrapadas en las infraestructuras.
Al lugar llegaron cuatro camiones cisternas del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa), autoridades locales y el ministro de la Presidencia, Joel Santos, con instrucciones desde el Palacio de socorrer la situación.
“El presidente me envió para hacer una presencia y para resolver lo más posible que se presentara”, fueron sus palabras.
Cuando el reloj marcó las 6:00 de la tarde, el sonido de las alarmas volvió a provocar pánico en los presentes, esta vez porque se mantenía activo el fuego y con esto el peligro de un posible colapso de la infraestructura.
A las 8:00 de la noche de ese día llegó el primer informe oficial del Servicio Nacional de Salud, tres personas muertas y 33 heridas con quemaduras hasta en un 40% de su cuerpo, por lo que al menos siete de estos fueron movilizados a la Unidad de Quemados Pearl Fort, que funciona en el Hospital Traumatológico Ney Arias Lora, de Santo Domingo.
Esa misma noche, Joel Santos informó que se investigaría la empresa donde se produjo la explosión, a fin de identificar si la misma estaba funcionando bajo las órdenes reguladoras correspondientes. Esa noche no se pudo sofocar el incendio.