*Presidente Abinader, único en asistir a una ceremonia de coronación de un Monarca; Carlos III es Rey en Londres

En la suntuosa Abadía de Westminster, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby colocó sobre la cabeza del monarca la corona de San Eduardo, que no se había utilizado desde la coronación en 1953 de su madre
*Londres. -* El Presidente Luis Abinader se convirtió en el primer Jefe de Estado dominicano en participar en la ceremonia de coronación de un Monarca.
La asistencia del primer mandatario de la nación a la coronación de Sus Majestades el Rey Carlos III y la Reina Consorte Camila, lo convierten en el único en tener ese privilegio.
El Presidente Abinader llegó a la Abadía de Westminster, lugar de la ceremonia de coronación, alrededor de las 8:00 de la mañana, hora local, acompañado de la Primera Dama Raquel Arbaje.
Al llegar al lugar, fueron recibidos por edecanes de la Casa Real que los acomodaron en los asientos que les fueron reservados junto a otros Jefes de Estado y de Gobierno invitados.
Al finalizar la ceremonia de coronación, el Presidente Abinader y la Primera Dama, fueron invitados a un almuerzo ofrecido por la Casa Real a los dignatarios presentes.
A este magno evento asistieron más de dos mil invitados, entre ellos, Jefes de Estado y de Gobierno, Ministros de Relaciones Exteriores y otros Jefes de Delegacion e invitados especiales del más alto nivel.
Con algunos de ellos el presidente Abinader tuvo la oportunidad de intercambiar opiniones, tanto en el desayuno y la recepción del pasado sábado, como en el almuerzo al final de la coronación.
El mandatario dominicano también tuvo la oportunidad de reunirse con la Baronesa, Gloria Dorothy Hooper, enviada del Primer ministro del Reino Unido para República Dominicana, Panamá y Costa Rica.
También, se reunió con el señor David Rutley, Viceministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, para las Américas y el Caribe.
El presidente Abinader y su esposa llegaron a Londres el pasado jueves junto a una pequeña comitiva integrada por la jefa de Gabinete del Despacho Presidencial, Lourdes Herrera y el director del CUSEP y jefe de su seguridad personal, general ERD, Jimmy Arias Grullòn.
También le acompañan en este viaje el director de prensa del Presidente, periodista Daniel García Archibald y el director de Ceremonial de Estado Francisco Cantizano.

Ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue solemnemente coronado el sábado junto a su esposa Camila en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hace 70 años.

En la suntuosa Abadía de Westminster, en el centro de Londres, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, colocó sobre la cabeza del monarca, de 74 años, la corona de San Eduardo. No se había utilizado desde la coronación en 1953 de su madre, fallecida en septiembre.

La multitud reunida en las calles de Londres, pese a la lluvia, estalló en gritos de júbilo.

La reina Camila fue coronada inmediatamente después.

Sentados en primera fila, los herederos de la corona, William y Kate, de 40 y 41 años, siguieron la ceremonia religiosa, puntuada por cánticos corales, sermones y lecturas del evangelio, concebida según un fastuoso ritual prácticamente inmutable desde hace mil años.

Estaban acompañados por unos 2,300 invitados, entre ellos figuras como la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británico

«¡Que Dios salve al rey Carlos!», gritaron los asistentes dando inicio a la ceremonia con este reconocimiento, acompañado de una fanfarria de trompetas, después de que Carlos III y Camila, de 75 años, entraran vestidos con capas ceremoniales tras una breve procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham.

Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, oculto de la vista por una pantalla.

Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitó entonces a todas las personas, desde donde estuviesen viendo o escuchando la coronación, a jurar lealtad al nuevo rey, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas de los antimonárquicos.

Manifestantes detenidos

Expandir imagen
Infografía

Miles de admiradores se agolparon a lo largo del recorrido de la carroza real, para saludar a los monarcas.

«Estamos muy orgullosos de ser británicos», dijo a la AFP Phyllis Taylor, de 60 años, que viajó a Londres desde Escocia con su marido para «esta ocasión tan especial».

En su camino, sin embargo, la pareja real también pasó ante las pancartas amarillas del grupo antimonárquico Republic, en que se leía «No es mi rey». Un grupo de estos activistas fue detenido cuando se preparaba para protestar.

«Detuvieron a seis de nuestros organizadores y confiscaron cientos de pancartas, no nos dicen por qué los arrestaron ni dónde los tienen», dijo a la AFP uno de los manifestantes.

Una veintena de miembros del grupo ecologista «Just Stop Oil», que en pasadas protestas han bloqueado carreteras pegándose al asfalto, fueron asimismo detenidos. La policía, que desplegó a 11.500 agentes para la ocasión, anunció que no toleraría ningún disturbio.

«Ningún activista de Just Stop Oil detenido entre la multitud tenía pegamento, pintura o algún plan para perturbar la coronación», afirmó el grupo en Twitter.

«Las nuevas leyes policiales significan que ahora vivimos en una pesadilla distópica: esta vergonzosa extralimitación es lo que cabría esperar en Pyongyang, Corea del Norte, no en Westminster», agregó en referencia a una nueva ley aprobada urgentemente que da mayores poderes para frenar las manifestaciones.

Oenegés como Human Rights Watch también condenaron el bloqueo de «protestas pacíficas».

Joyas y ropajes de oro

Expandir imagen
Infografía

Aunque el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre, en un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, se utilizan tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo solo se lleva en el momento preciso de la coronación.

También varios ropajes antiguos bordados con oro que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.

Siguiendo las convicciones ecologistas del monarca, el óleo utilizado en la unción fue vegano, aunque consagrado como exige la tradición en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, donde los cristianos creen que fue enterrado Jesús.

Tras la ceremonia, los monarcas, acompañados por miles de militares y miembros de la realeza, emprendieron una nueva procesión hacia el Palacio de Buckingham, donde junto a su familia saludarán a la multitud desde el balcón.

No se prevé que el príncipe Harry aparezca con ellos, salvo que haya un gesto de reconciliación entre la familia y el hijo de Carlos III, que lanzó duras críticas contra la monarquía, especialmente contra la reina Camila y su hermano William.