Por Juan T H
Recuerdo el año 1973 cuand
o el profesor Juan Bosch se marchó del Partido Revolucionario Dominicano alegando que había cumplido su rol histórico, que ya no tenía razón de ser, recuerdo sus discursos éticos y morales, su declaración de principios, su tesis de “dictadura con respaldo popular”, “el pentagonismo, sustituyo del imperialismo”, cuando se declaró Marxista, pero no Leninista, su promesa de que si el PLD llegaba al poder “ningún peledeista se haría rico con el dinero del pueblo”; recuerdo los ataques al doctor Balaguer, acusándolo de corrupto; recuerdo que se mantuvo durante 13 años diciéndole “degenerado” al doctor José Francisco Peña Gómez, “Gato” (ladrón) a Jacinto Peynado; recuerdos los álbumes de la corrupción, sin ningún elemento de prueba, que el PLD publicaba constantemente en contra de todos los funcionarios de entonces; recuerdo cuando los militantes y simpatizantes del PLD parecían Testigos de Jehová caminando por los barrios vendiendo “Vanguardia del Pueblo” o rifando vehículos rusos, marca Lada, que según Bosch, “un vehículo más malo que un Lada era otro Lada.
Los peledeístas se presentaron, durante 23 años, como los más pulcros, capaces, honorables, incapaces de cometer ningún acto inmoral. No olvido a Franklin Almeyda cuando dividió la sociedad dominicana en “peledeístas y corruptos”. ¡Si lo hubiéramos sabido! Pero como imaginar que tras llegar al poder guiados de la mano del doctor Balaguer, a quien la vida no le dio tiempo suficiente para arrepentirse mil veces del pacto racista y perverso que le permitió la victoria, se produciría en ellos una metamorfosis tan exponencial. ¡Ay si lo hubiéramos sabido, cuántos sufrimientos y cuantos dolores nos hubiéramos evitado! Pero la ignorancia y la ingenuidad del pueblo, creyó en los nuevos mesías sin darse cuenta de que terminaría decepcionado profundamente, porque si alguien pudo hacer grandes cosas por este país, pagar, aunque fuera parte de la enorme deuda social, era precisamente el entonces joven Leonel Fernández, el artífice de todos los males que hoy padece el pueblo dominicano, que encabezó tres, de los cinco gobiernos de ese partido, todos caracterizados por una hipercorrupción,
Lo que estamos viendo hoy con estupor y asombro sobre los actos bochornosos de corrupción por alrededor de 40 mil millones de pesos, toca apenas una parte mínima del volumen de lo robado durante esos cinco periodos gubernamentales. Lo saqueado, es más, mucho más de lo imaginable. Como decía en un artículo anterior, la corrupción no parece haberse detenido en la puerta de ningún despacho. Pocos, muy pocos exfuncionarios puede justificar sus bienes; gente que, en uno o dos periodos, que llegó al Estado con una mano delante y otra detrás, que no sabían manejar una cuenta corriente porque nunca la tuvieron, acumularon fortunas superiores a la de los más grandes y prósperos empresarios o comerciantes del país en más de dos siglos. ¡Increíble, señores!
Decía el expresidente Danilo Medina, con toda razón, que el político que roba después no quiere que le digan ladrón. Y es verdad. Lo viví en carne propia cuando fui demandado durante dos años por supuesta difamación e injuria por un exfuncionario que entró al gobierno en “chancleta y salió en Yipeta”, al que le dije ladrón.
Una buena parte de los sometidos a la justicia por el nuevo escándalo de corrupción están más que convencidos de que serán absueltos prontamente, en uno o dos años, como ha sucedido en muchos otros casos recientes. La cúpula del PLD amenaza con lanzar la gente a la calle a protestar. Dicen que le prenderán fuego al país por los cuatro costados, que si tocan a Danilo Medina no habrá gobernabilidad, que la chispa que encenderá el panorama político, económico y social, ya arde.
Lamento que el Partido Revolucionario Moderno no esté a la altura del conflicto, como diría Fito Páez en su canción “Al lado del camino”, que no haya respondido las acusaciones y las amenazas del PLD y sus hermanos de la Fuerza del Pueblo. El PLD y sus hermanos verde no tienen calidad ética ni moral para acusar, ni para amedrentar al presidente Luís Abinader, que ha demostrado honestidad y transparencia durante su gestión.
Tanto el PLD como la Fuerza del Pueblo, están descalificados para hablar de moralidad. Lo único que pueden hacer en estos momentos es ir a los tribunales, demostrar la inocencia de los imputados, algo que, después de leer el expediente acusatorio me parece imposible. Los acusados -espero que no haya impunidad- terminarán condenados por la justicia y sus bienes decomisados, porque la investigación realizada por el Ministerio Público ha sido larga, trabajosa, exhaustiva, profunda y seria. Los jueces, independientemente de que algunos tengan compromisos políticos con el PLD, no tendrán más alternativa que declararlos culpables. ¡Y haréis justicia!