Al recibir la noticia, el también presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano agradeció la distinción.
Dijo que acepta con humildad el galardón «que me halaga y me compromete.
Asimismo, entiende que es un estímulo, especialmente para los jóvenes y las generaciones que han de venir.
«Yo he sido como cualquiera de ellos; he experimentado las precariedades de una vida de estrechez, pero también la gran satisfacción de la dignidad a toda prueba y del trabajo constante por la superación personal. Solo que esto es como el buen vino: tiene que añejarse», agrega Bretón.
Expresa que en su ceso han intervenido cientos y cientos de corazones, mentes y brazos que, minuto a minuto, han hecho su trabajo en él, padre y madre; hermanas, hermanos y demás parientes, pofesoras, formadores, profesores y todos los que de algún modo han colaborado pacientemente en esta larga siembra.
«Parece que ahora es tiempo de cosecha. Por supuesto, la ofrezco gustosamente a la institución que me formó y a la cual sirvo, la Iglesia Católica», aduce Bretón al hablar en exclusiva para El Caribe.
No obstante, dijo que hay algo que le llama la atención: hace un tiempo, salía reiteradamente en alguna prensa del país, de que los obispos dominicanos viven en el medioevo.
«Supongo que quienes así hablan se han ocupado de estudiar a fondo el referido período histórico», apunta.
Y agrega que «como yo soy ambas cosas, dominicano y obispo, no faltará quien piense que algo anda mal en este país, pues honran el atraso: en el 2020 recibí el premio Feria del libro E. León Jiménes, y en este 2023 han entregado el Premio Nacional de Literatura al mismo obispo medieval. Es decir, un servidor».
Sin embargo, dice que de inmediato recapacitó y se consoló pensando que, innumerables personas sanas de su querido pueblo dominicano no le dejarán disfrutar solo esta gran alegría.