El exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva ganó este domingo las elecciones presidenciales de Brasil por un estrechísimo margen de dos millones de votos sobre el gobernante Jair Bolsonaro, que guarda silencio sin reconocer aún su derrota.
Lula recibió el 50.9 % de los votos y Bolsonaro un 49.1 %, una diferencia mucho más corta de lo que pronosticaban las encuestas y que dejó a Brasil en vilo durante tres horas, lo que tardó en resolverse un recuento angustiante, en las elecciones más ajustadas de la historia del país.
El líder progresista, de 77 años, volverá al poder el próximo 1 de enero para iniciar un tercer mandato, después que haber estado en el poder entre 2003 y 2010, lo que le convierte en el primer político que gana tres elecciones presidenciales en toda la historia de Brasil.
Lula tiende la mano
En su primer pronunciamiento a la nación tras confirmarse su triunfo, Lula tendió puentes y prometió gobernar para «todos» y «restablecer la paz» en un Brasil dividido y polarizado como nunca, como resultado de cuatro años de gobierno de la ultraderecha que encarna Bolsonaro.
«Estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva vivir democráticamente», afirmó el líder del Partido de los Trabajadores (PT) desde un hotel de la ciudad de Sao Paulo.
Arropado por sus compañeros de campaña, entre ellos su inseparable esposa Rosângela «Janja» Silva, afirmó que «es la hora de reunir las familias y rehacer los lazos de amistad rotos por la propagación criminal del odio», durante los cuatro años de bolsonarismo.
Con guiños a las mujeres y a las minorías, Lula aseguró que la prioridad de su Gobierno será acabar con el hambre, volver a enfrentar la deforestación de la Amazonía, que se disparó bajo la gestión de Bolsonaro, y restablecer las relaciones exteriores, sacando a Brasil del aislamiento que vivió en los últimos años.
Un reconocimiento amplio
La victoria de Lula fue proclamada oficialmente por el titular del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, que lo consideró «presidente electo».
También recibió un fuerte reconocimiento institucional, por parte de los titulares de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco, y de los magistrados de la Corte Suprema.
Otras importantes figuras del bolsonarismo también reconocieron la victoria de Lula, incluso la senadora Damares Alves y el pastor evangélico Silas Malafaia, que forman parte de su núcleo de colaboradores más estrechos.
Pero tanto el jefe de Estado como sus hijos permanecieron en silencio, sin llamar a Lula ni reconocer la derrota en público. Las luces del palacio de la Alvorada, donde siguió el recuento, ya estaban apagadas dos horas después de la proclamación del resultado.
Desde el extranjero, Lula recibió la rápida felicitación de los Gobiernos de Estados Unidos, Francia, España, Portugal, de la Unión Europea, así como de la gran mayoría de los líderes latinoamericanos.
Unas elecciones con un sobresalto
La jornada electoral transcurrió en paz, sin incidentes ni problemas a la hora de votación, pero con un único sobresalto causado por los retenes de carretera que montó la Policía Federal, incumpliendo una orden de la Justicia electoral.
Los retenes obligaron a detenerse a centenares de autobuses en los que viajaban votantes que se dirigían a sus municipios de origen para depositar su voto.
El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula llegó a exigir que el director de la Policía Federal de Carreteras, Silvinei Vasques, fuera arrestado, puesto que buena parte de los retenes fueron montados en el noreste del país, fortín del líder progresista.
Pero el titular de la justicia electoral, De Moraes, después de convocar al director de la Policía, minimizó el impacto de estas operaciones, recalcando que todos los electores llegaron a su destino y consiguieron votar, a pesar de los atrasos.
Una vez cerrados los colegios electorales, el recuento fue de infarto.
Bolsonaro lideró en la primera parte del escrutinio, ya que se suelen contar más rápido, por cuestiones de logística, los estados del sur, donde la derecha es más fuerte.
El adelantamiento se produjo con poco más del 67 % del escrutinio, cuando se produjo una explosión de alegría en muchas ciudades.
En Sao Paulo sonaron cohetes y se comenzó a llenar la avenida Paulista, donde se concentró una marea de gente al grito de «olé, olé, olá, Lula, Lula«, pero que también proferían insultos hacia el capitán de la reserva del Ejército.