De Erasmo de Rotterdam a Confucio

Desde hacen unos meses estoy inclinado a leer sobre filosofía, lo cual me tiene fascinado, ya que he conocido exponentes de esa expresión de la vida, que me han mostrado su gran sabiduría. Aunque tengo que reconocer mi simpatía por los estoicos, (Zenón, Epicteto, Seneca, Marco Aurelio), pero también por Epicuro y para mí el más grande de todos, SÓCRATES.

La filosofía es, según su etimología, el amor por la sabiduría. Reflexiona sobre la esencia, las causas y efectos de las cosas naturales, de manera especial sobre el hombre y la naturaleza. Estudia el conocimiento, la mente, la moral, la consciencia, la ética, el lenguaje, la belleza y la moral.

Al leer el libro, 100 filósofos: La sabiduría de los grandes pensadores del mundo, me encontré con una frase que me llamó mucho la atención, de un filósofo del Renacimiento, Erasmo de Rotterdam. Quien se identificó con el humanismo y predicaba la capacidad de superación de las personas y la importancia de la educación.

Esa frase de Erasmo dice lo siguiente: “En la prosperidad, cuando todo va como lo deseas, es de sabios temer y sospechar lo peor”.

Cuanta sabiduría en estas breves palabras, ya que la naturaleza humana, tiende a producir sentimientos negativos, cuando alguien relacionado, sea amigo o familiar, comienza un ascenso social y económico. Ese sentimiento es conocido como envidia y es capaz de provocar las acciones más perversas en una persona.

El dicho popular dice, que jamás le cuentes a nadie de tus logros, ya que eso ya que eso podría generar reacciones adversas, en vez de solidaridad y alegría. Aunque usted no lo crea, es una gran realidad, compruébelo por usted mismo, si ya no lo ha hecho.

Es de sabios saber administrar el silencio en cuanto a la prosperidad, porque dolorosamente, muy pocos se alegrarán, convirtiendo a muchos en enemigos silentes. y otros no se conformarán con reprimir esos sentimientos de dolor y envidia, sino que pasarán a conspirar, aún tengan que adoptar la infamia y los rumores para afectar moralmente a quien para ellos la vida los ha premiado con una injusta prosperidad.

Lo peor de este tipo de personas, es que su ego los lleva a creer que quien progresa en la vida, es el responsable de sus fracasos, de su estancamiento e incapacidad de avanzar familiar y socialmente. Esto porque no son capaces de reflexionar, de ir al fondo de su realidad, con un criterio humilde, para hacer consciencia de cuáles son las reales causas de sus problemas

Cuando no tenemos la humildad para entender, que los únicos responsables de nuestra vida, somos nosotros mismos, jamás entenderemos la razón de no haber avanzado como otros, tanto en lo material como en lo espiritual.                                        Esa actitud puede llevar a quien la elija como estandarte, a actuar como resentidos sociales, impidiéndole reorientar y organizar sus vidas y cambiar de rumbo para lograr marchar por un camino que les proporcione paz y tranquilidad emocional.

Decía el sabio y filósofo Chino Confucio, “que lo más importante en la vida era la reciprocidad”, saber colocarse en el lugar del otro. Si somos capaces de cultivar ese sentimiento solidario, ni por un segundo nuestra menta será invadida por ese repulsivo sentimiento, llamado envidia.

Lo más hermoso en la existencia es cuando llegas a un nivel supremo de la mente, que te hace sentir feliz cuando otros crecen y prosperan. Cuando adquieres un nivel de conciencia que sientes alegría porque un relacionado, con dignidad, trabajo y decoro ha logrado colocarse en un estado por encima del que tienes.

Pero al mismo tiempo es penoso, triste y deprimente, cuando alguien se deja obnubilar la mente, sólo porque otros han logrado escalar la cima de la montaña.  Produciéndole esos logros, una maraña de sentimientos negativos que jamás le permitirán vivir en libertad y alcanzar la sabiduría necesaria para sonreírle al mundo por el bienestar de los demás.