El abuso sexual no distingue condición social, raza, sexo o religión. Cualquier niño puede ser abusado y estar viviendo en situaciones extremas. El abusador podría estar en casa o en ese visitante tan asiduo que se presenta tan inofensivo. El abuso sexual incluye cualquier actividad de tipo sexual con un menor, donde no hay consentimiento o éste no puede ser dado. Es una violencia inadmisible de la intimidad y de la libertad.

Según D. Fergusson, el riesgo de abuso sexual tiende a aumentar en aquellos niñas y niños que provienen de familias disfuncionales: monoparentales, con pobre relación padres-hijos y con problemas de desajuste parental.

Los niños con una vida familiar caótica y disfuncional desconocen lo que es la sexualidad sana, que son maltratados física y emocionalmente y, además, aquellos que presentan algunas discapacidades. Tales infantes son víctimas fáciles del abuso sexual.

Las consecuencias de los abusos en la infancia pueden verificarse en todos sus ciclos evolutivos. Efectivamente, muchos problemas no se verifican en la infancia, sino en la adultez. El abuso sexual en la infancia, acarrea el desarrollo de múltiples inconvenientes: emocionales, sociales, conductuales y físicos. Las características de dichos problemas dependen, entre otros muchos factores, del momento evolutivo en el que se encuentra la víctima. Por otra parte, un niño abusado tiene mayores probabilidades de padecer en el futuro alguna enfermedad psiquiátrica. Sobre todo, pueden desarrollar una bulimia nerviosa; así como la presencia de síntomas y trastornos disociativos, conductas sexuales promiscuas, inicio precoz de las experiencias sexuales, la prostitución y la maternidad temprana. También, existen probabilidades de que un abusado replique dicha conducta en el futuro.

En fin, los principales problemas que se pueden desencadenar en un menor que ha sido abusado son múltiples, a nivel: emocionales, espirituales, psicológicas, relacionales y sexuales. Las políticas de prevención del abuso infantil han de evaluarse, reforzarse e incrementarse.

Regularmente, muchos abusos son cometidos en las familias y en otras instituciones sin que estas se percaten del hecho. Es importante observar los cambios bruscos de conducta de los infantes. Por ejemplo: el distanciamiento de personas que en el pasado eran muy queridas o cercanas, la dificultad para conciliar el sueño y la negativa para ir a la escuela. Ocultar un acto tan desgarrador y bochornoso como el abuso sexual es un crimen. Quien lo comete ha de ser sometido a la justicia y a seguir programas de formación para trabajar el posible trastorno que lo mueve a tales actos.

Ante la atrocidad de dicho abuso hemos de tomar partido. Pretender amurallar el propio sufrimiento y el de los demás, es arriesgarse a que nos devore desde el interior. Cuando un menor insinúa que ha sido abusado hay que ponerle suma atención, cuando se le ignora este experimenta un doble dolor: el infringido por el abusador y el no ser escuchado y protegido por sus cuidadores. Por tales motivos, la familia cuide y proteja a los menores; y la comunidad denuncie este terrible mal que se roba la inocencia y se condena al sufrimiento. Pero, sobre todo, hay que prevenirlo ofreciendo mayor atención y cuidado a los infantes.

Cuando el niño o la niña declara espontáneamente que el abuso sexual haocurrido o está ocurriendo.

  • Conductas antisociales tales como fugas del hogar, vagancia, mendicidad o delictivos.
  • Embarazo en adolescentes muy jóvenes, con progenitor significativamente mayor o renuencia a divulgar identidad del progenitor del embarazo.
  • Problemas conductuales, conductas impulsivas, irritabilidad, agresividad, odio y hostilidad hacia otros.
  • Conductas sexuales antisociales tales como promiscuidad, prostitución o involucramiento en comercio sexual.
  • Autoestima negativa, odio a si mismo.
  • Problemas escolares notorios, dificultades en la concentración, cimarra, deserción escolar.
  • Cambios en los patrones del dormir o comer.
  • Que reporte pobre comunicación con padres o sea objeto de castigos extremos o maltrato.

– Otros indicadores que pueden sugerir la posible necesidad de explorar más profundamente el tema

  • Comportamiento seductivo manifiesto, especialmente en niñitas.
  • Dibujos pro-activos de naturaleza sexual.
  • Inexplicable aparición de dinero o regalos.
  • Extrema intranquilidad en la noche soñando o conversando acerca de incidentes sexuales.
  • Cambios en su comportamiento fuertemente relacionado con abuso sexual tales como: en niñas pequeñas que se tironeen o se saquen la ropa sin razón aparente.
  • Sus cuerpos pueden presentar señales físicas tales como: dolor, prurito, lesiones o heridas, irritación en el área genital. Sangrado inusual, goteo inter-menstrual, en ropas o cama. Enuresis frecuente e inusual, ropas manchadas que el niño o niña esconde.
  • Excesivo rechazo al acercamiento o a caricias por una persona en particular, sea del mismo sexo o del sexo contrario.
  • Negativa a participar en actividades físicas o que se queje de dolor al sentarse o jugar.
  • Juegos sexuales no apropiados a la edad.
  • Aversión a la intimidad con adultos del sexo opuesto.
  • Confusión en cuanto a la identidad sexual, normas sexuales, sentimientos de amor.
  • Cuando el niño o adolescente reporte que hay graves conflictos entre sus padres.
  • Escasa supervisión materna, madre ausente por razones de trabajo, incapacidad o enfermedad.
  • Regresión, retraimiento en un mundo de fantasía o comportamientos infantiles.
  • Conflictos familiares como alcoholismo en las figuras parentales, convivencias temporales maternas.
  • Abuso de sustancias como droga o alcohol, como una forma de manejar su angustia y ansiedad.
  • Aislamiento o pobre relación con sus padres, pares u otras personas significativas.
  • Estados depresivos, disturbios del sueño, pesadillas.
  • Detección de enfermedades de transmisión sexual.