Por Luis Estrella
Las pasiones partidarias cuando son extremistas, pueden provocar más daño que bien, ya que siempre los intereses generales de la Nación deberán estar por encima de los intereses particulares y políticos.
En la vida todo debe de ir dirigido a buscar el equilibrio, porque cuando prima el fanatismo de cualquier índole, la mente se obnubila y se pierde la objetividad, asumiendo posiciones, quizás sin proponérselo, que al final afectan la colectividad.
Al margen de las diferencias que se puedan tener con la actual administración que dirige los destinos del País, hay una realidad creada por más de dos años de pandemia, que han sido demoledores para todas las economías a nivel global. Los precios de los comodites y la inflación, son variantes con la que todos han tenido que lidiar.
Ahora tenemos el conflicto de Rusia con Ucrania, que mantiene a todo el mundo en una profunda incertidumbre y que han disparado el precio del petróleo, lo cual se refleja de manera inmediata en los precios de los combustibles. Situación que podría agravarse y disparar el petróleo a precios inimaginables, con consecuencias funestas para todas las economías, con su secuela inmediata reflejada en los precios de los combustibles.
Me parece que nadie que piense en el País de manera prioritaria, debería usar esto con fines políticos, ya que estaría trabajando para hundir lo que dice defender. En esta situación, el partidarismo y la política deben ser colocados en un segundo plano, para contribuir de esta manera en la solución de un grave imprevisto que se nos impone desde el exterior.
La experiencia del gobierno de Hipólito está muy reciente, cuando por razones inesperadas el dólar se coloco por las nubes, provocando una inflación y desconfianza que golpeó de manera descomunal nuestra economía. El gobierno de Hipólito pago las consecuencias, con el descontento, desesperanza y pobreza que generó esa situación.
Aunque al mismo tiempo que el gobierno e Hipólito pagaron las consecuencias, también la pagamos todos los dominicanos. Los resultados de la subida del dólar, la inflación y la incertidumbre que esto generó, provocó un deterioro de nuestra economía y un aumento considerable de la pobreza.
Me refiero a esto no con la finalidad de hacer ningún paralelismo, sino simplemente para que en circunstancias difíciles por factores externos, debemos actuar con la mayor prudencia posible. No creo que sea sano poner la política sectorial por encima de los sagrados intereses del pueblo dominicano.
La nobleza obliga, vamos, cada quien a poner nuestro grano de arena, para ayudar a salir de estos momentos difíciles, sin renunciar a nuestros criterios y simpatías partidarias. En su momento todos tendremos la oportunidad a través del próximo proceso electoral, de trabajar para obtener la bendición del soberano, que es el pueblo dominicano.
Vamos a ejercer la política con dignidad, con equilibrio, con prudencia y sobre todo pensando primero en el País y luego en nuestros intereses particulares y políticos. El interés del País está por encima de cualquier interés particular.