Reynaldo Peguero, rpeguero.cdes2030@gmail.com
La higiene personal y pública es una cruzada impostergable para garantizar salud colectiva. Regresar a la higiene social, implica incluirla en la cultura y modo de vida de los dominicanos. Es “Volver al puerto de origen”, en el control de la pandemia. Asumir la máxima de Ernest Hemingway y Juan Bosch, para ultimar esta catástrofe y prepararnos para próximos eventos.
Históricamente, la higiene pública fue una tendencia dominante del pensamiento en salud, desde finales del siglo XVIII. Johan P. Frank en 1790 con su obra “La miseria del pueblo, madre de enfermedades” fue determinante. Chadwick, Villermé y Virchow, aportaron estudios que asentaron la higiene como ciencia.
La higiene se dotó de un cuerpo doctrinario que la situó en la primera línea del combate para erradicar epidemias. Miles de fallecidos por epidemias en ciudades, especialmente trabajadores, llevaron a médicos higienistas y al movimiento obrero europeo, a exigir el saneamiento de ciudades. Presiones generadoras del primer sistema de seguridad social del mundo, el alemán. Desde Bismarck (1883) y Beveridge (1942) hasta hoy, toda seguridad social incluyente, se rige por la salud pública.
En consecuencia, finiquitar esta pandemia o planificar el control de la siguiente, impone higiene pública. Si el medio laboral es de alto riesgo, los miles de millones de pesos acumulados por el Instituto de Prevención y Protección Riesgos Laborales (IDOPPRIL), deben estar disponibles para la cruzada de higiene personal y colectiva a impulsar por el Estado.
Dudo que el personal que manipula alimentos esté realmente sano y menos aún, que cumpla reglas para asegurar inocuidad. Para la GTZ alemana, presenté en Ginebra, una investigación que demostró que los chefs, cocineros y meseros de algunos polos turísticos dominicanos seleccionados, sabían menos de higiene personal y salud alimentaria, que una muestra evaluada de niños de quinto grado de primaria.
América Latina está al centro del nuevo accionar higienista y urbanista del mundo. Hay mejores brechas para avanzar que en muchas ciudades de África y Asia. Tenemos oportunidades de transformación que si son aprovechadas, generarán cambios para bien.
Dos acciones de higiene han sido esenciales en esta pandemia, la vacunación y los protocolos para asegurar turismo saludable. Debemos continuar con la masificación de la inspectoría de lugares donde se congreguen grupos y vigilar el cumplimiento de normas higiénicas.
Se impone patrullar con participación social, la higiene de hospitales, el manejo de residuos solidos, ordenamiento urbano, protección de zonas de vida natural y la calidad del agua. También, reforzar el lavado de boca, manos y uñas. Usar mascarillas y recluirse en el hogar cuando se presenten cuadros gripales o enfermedades transmisibles.
La higiene pública y personal debiera ser una cruzada impostergable que impone la participación de todos.