Por Luis Estrella
La ansiedad es una emoción que surge para que reaccionemos ante situaciones amenazantes, produciendo cambios( síntomas), para que actuemos de dos maneras que entiende como válidas: huir o luchar. Son señales para que protejamos nuestro organismo, de imaginarios ataques.
Esto lo heredamos de nuestros ancestros, quienes para sobrevivir tenían que estar siempre alerta, con la actitud de luchar o salir corriendo, al presentarse un depredador en cualquier momento.
Por eso un poco de ansiedad es algo normal, todos la experimentamos y al final es algo beneficioso para el ser humano. Ahora cuando esa emoción va aumentando hasta convertirse en algo patológico, se convierte en un trastorno, llamado Trastorno Generalizado de la Ansiedad.
Cuando la ansiedad llega a esos niveles es algo que debe tratarse, porque produce unos síntomas terribles, que van desde fuertes taquicardias, hasta ataques de angustia o de pánico. El miedo produce la ansiedad, convirtiéndose esto en un círculo vicioso, de miedo al miedo, sin tener una causa aparente o real.
Los efectos de un trastorno de ansiedad, son muy variados y van desde síntomas físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, sudoración, molestias digestivas, nudo en el estómago, rigidez muscular, cansancio, náuseas, vómitos y mareo. También puede producir alteraciones del sueño, de la alimentación y de la respuesta sexual.
Los síntomas psicológicos son: Inquietud, sensación de amenaza, inseguridad, incertidumbre, sospechas y dificultad para tomar decisiones. Los síntomas conductuales son: Estado continuo de alerta, bloqueos, torpeza, impulsividad y dificultad para estar en reposo, acompañados de cambios en el lenguaje corporal, rigidez, tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, crispación etc.
Los síntomas pueden ser también Intelectuales o cognitivos: Dificultad de atención, concentración y memoria, aumento de los despites, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación mental, sensación de confusión, recordar sólo cosas desagradables, sobrevaloración, interpretaciones inadecuadas y susceptibilidad.
Por último tenemos los síntomas sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultad para seguir una conversación o verborrea excesiva, temor a posibles conflictos, quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder y dificultad para expresar opiniones o hacer valer sus propios derechos.
Como pueden notar son muy variados y amplios los síntomas que produce el Trastorno de Ansiedad Generalizado. Esta es la parte mala y negativa, aunque la buena noticia es que nadie se muere de ansiedad, ya que todos esos efectos son creados por la mente, que produce esos sentimientos ante una amenaza inexistente.
Mi recomendación a todo aquel que sufra de este trastorno, que sin lugar a dudas produce fuertes sufrimientos, es que abandone cualquier actitud de negación, ya que la aceptación y comprensión es el primer paso para superar la ansiedad. Después de superar la negación, entonces es preciso familiarizarse con el estado ansioso.
Es vital aprender a convivir con la ansiedad, porque si luchas en su contra, los síntomas se multiplican y entran en un círculo vicioso, de miedo al miedo. Cuando sientas que tienes alguna manifestación de ansiedad, la cual siempre llega sin dar ningún aviso, recíbela con calma, dale la bienvenida y hazla tu amiga.
Así como lo oyes, debes hacerte amiga de la ansiedad, no tratar de luchar y bloquear, porque al no hacerlo, le restará importancia y sus efectos irán desapareciendo y sus síntomas cada día serán menores y menos dañinos. Por eso reiteró que nadie muere de ansiedad, siendo más apropiado aprender a convivir con ella para quitarle poder sobre nuestra mente.
Estas humildes recomendaciones bajo ninguna circunstancias, implican que no visite un profesional del área, si su ansiedad es patológica, porque al ser un proceso bioquímico que se produce en nuestro organismo, en muchos casos amerita que el afectado sea medicado. Los medicamentos y la terapia son importantes, aunque es vital comprender de dónde surge la ansiedad y que jamás debemos negarla, sino familiarizarnos con ella y hacernos su amigo. Sólo así podremos salir triunfantes, ante un adversario alojado en nuestro subconsciente, que nos hace sentir miedo del miedo.