Reynaldo Peguero
Un ministro de calidad acumula habilidades técnicas para comprender problemas de su sector, sumadas a la capacidad práctica de resolver las contradicciones del sistema de salud. Ambas destrezas distinguen a Daniel Rivera como el ministro que necesitaba el Poder Ejecutivo en esta cartera. Sin embargo, al visualizar el futuro, los desafíos y retos no son pocos.
Pronosticamos que el doctor Daniel Rivera a quien conocemos desde la promoción de estudiante universitario, igualmente como académico de PUCMM y alto gerente de servicios de salud en Santiago, sabrá concluir las intervenciones de control de la Pandemia de Covid-19 en lo inmediato. A mediano plazo, tiene condiciones de liderazgo y visión de equipo, para mejorar la calidad de la atención en hospitales y clínicas, relanzando la atención primaria para reducir mortalidades evitables en mujeres, niños y hombres en edad productiva.
En Latinoamérica, República Dominicana tiene una de las mejores infraestructuras en servicios de salud de segundo y tercer nivel, expresadas en centros con alta tecnología y personal especializado, pero acumula una de las peores bases de todos los sistemas de salud de América: la atención primaria. Un hecho vigente valida esta dialéctica: la nación tiene una exigua tasa de letalidad por Covid en hospitales y clínicas que concurría con los primeros lugares en casos, índices y tasas de infectados y enfermos.
Para las nuevas autoridades de salud, el manejo de la pandemia es un momento favorable para superar la tendencia en los últimos 20 años de inversión pública que no alcanza siquiera el 2.0% del PIB. Estas cifras distan del aumento quinquenal planificado en la Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley 1-12), que aprobó un 4% PIB de inversión pública en salud. Aunque tengamos un buen ministro de salud, el presupuesto requerido en salud pública debe duplicarse, planificando un escenario de inversión del 5% del PIB para el año 2030.
A la baja inversión en salud, añadimos la mala calidad del gasto del Estado en el sector. Las construcciones y equipamientos de hospitales de tercer nivel, logística y ampliación de la burocracia del sistema nacional de seguridad social y salud, consumen parte decisiva de los recursos del sector.
A Daniel Rivera la corresponderá para 2021-2022 una asignación para los centros de atención primaria que asciende apenas a RD$ 3,793.3 millones anuales. Cifra que debiera ser acrecentada. Los estudios de Oxfam y Servicio Judío Mundial, indican que esta cifra es 9% del presupuesto previsto para el Servicio Nacional de Salud y solo un 4.6% del presupuesto del ministerio. Un buen ministro apoyado con inversión de calidad, mejorará la atención primaria si de cada 100 pesos al menos 30 se dedican al primer nivel.