La agonía de quien busca información sobre un familiar ingresado por COVID-19

“Mira lo bien que está el mundo, mira lo que viene ahí”, dice frustrada Daysi Pérez mientras señala un camión cargado con tanques de oxígeno que pasa cerca de ella y el grupo de personas que espera a su alrededor.

La gente aguarda frente al edificio azul donde son atendidos los pacientes de Covid-19 en el Hospital Dr. Francisco Moscoso Puello. Todos observan con atención la reja blanca que tienen delante, de donde esperan que salga un doctor con un listado que grite el nombre de sus familiares y les informen de su estado de salud.

Pérez busca información sobre su madre de 74 años que se encuentra interna en cuidados intensivos. Cinco días atrás, fue diagnosticada de COVID-19 en Río San Juan, provincia María Trinidad Sánchez, donde ningún hospital cercano tenía camas disponibles para ser atendida.

Según datos del Ministerio de Salud Pública, en María Trinidad Sánchez, el Servicio Nacional de Salud (SENASA) no tiene Unidad de Cuidados Intensivos disponible y el sistema privado tiene solo una. La provincia ha reportado 2,186 casos y una positividad de 33.91%.

Hacia este sábado, Salud Pública registra 2,432 muertes por Covid-19. En el boletín epidemiológico 303, reportó una cifra récord de 2,370 nuevos casos positivos y se alcanzaron diez días consecutivos superando los mil.

Pérez tuvo la suerte de que su sobrina, que vive en la capital del país, pudo conseguirle una cama en el Hospital Moscoso Puello. Ahora su madre está conectada a un tanque de oxígeno.

Todavía busca en la memoria el momento en que su mamá pudo haber contraído el virus, pero no ha tenido éxito. Por la facilidad de contagio del virus, la edad de su madre y sus condiciones previas de salud, la señora se aisló y quienes la visitaban dejaron de hacerlo.

Sin embargo, un día su mamá comenzó a rechazar la comida y a indigestarse con lo que comía. Pérez llegó a pensar que se encontraba deprimida, pues solo quería dormir. Cuando la llevó a un doctor le recomendó realizarle una prueba de COVID-19.

“Mi hermana me dijo que ella dio positivo yo me quedé en el aire”, recuerda. “Hasta que no lo leí yo, no me lo creía”.

Pérez pensó que la fuente del contagio pudo ser ella misma. Recientemente había perdido el sentido del gusto y del olfato, y, como sabe que son síntomas del virus, se hizo la prueba. Previo a los días del resultado positivo de su madre había ido al hospital y pensó que allá se enfermó. Sin embargo, sus resultados fueron negativos y también los de otro hermano. El misterio persiste.

Pérez, que considera tener buena memoria, se ha vuelto olvidadiza. Es uno de los efectos de la preocupación de tener a su madre interna. Ahora tiene problemas para recordar la dirección de su sobrina, donde se está quedando. Lo que no olvida son las situaciones que ha vivido su madre antes. Dice que esto no es lo peor que le ha pasado. Eso mismo le da fe y confía en que su madre se recuperará.

En algún momento de la mañana, Pérez es informada de la situación de su madre. Se queda esperando unas horas más y, antes del mediodía, abandona el Hospital Moscoso Puello.