Los dominicanos ausentes tienen una incidencia económica importante: son fuente de la cuarta parte de los ingresos en divisas a través de las remesas y también traen millones de dólares a través del turismo
Los momentos difíciles son los que han demostrado el peso que tienen los dominicanos ausentes en la economía local. La pandemia del COVID-19 y la crisis reputacional del turismo de 2019 han sido dos de los episodios recientes que han marcado su presencia en el ámbito interno.
Entre enero y octubre de este año los dominicanos ausentes han enviado remesas por un total de 7,346.9 millones de dólares, casi 1,000 millones de dólares más de lo que mandaron a sus familiares en ese mismo periodo del año pasado, según los datos que maneja el Banco Central de República Dominicana.
Si bien el primer mes tras declararse la pandemia del COVID-19 ocurrió un fuerte retroceso en el envío de las remesas familiares, a partir de mayo crecieron con fuerza los despachos de dinero desde el exterior hacia el país. La caída puntual de abril tuvo que ver, sobre todo, con el gran impacto de los confinamientos en los mayores emisores de remesas familiares hacia República Dominicana: Nueva York desde Estados Unidos e Italia y España.
Pero en adelante, apoyado con los subsidios al desempleo y otras ayudas que comenzaron a fluir hacia los trabajadores, sobre todo en Estados Unidos, la situación mejoró considerablemente. Desde esa nación se recibe casi un 83 % del total de remesas familiares.
Pero incluso, no solo los salva de ser más pobres, sino que hay una porción de la clase media que lo es gracias a las remesas. El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo se preguntó qué pasaría con las familias que no se consideran pobres si dejaran de captar esos recursos. Resulta que un 20 % de los receptores de remesas de esos hogares caería en la pobreza si no contaran con ese dinero.
“La no recepción de remesas aumentaría la tasa de incidencia de pobreza general en 7.8 %, lo que equivale a unas 182,501 personas. En general, estos resultados muestran que las remesas continúan siendo un rubro importante para mantener fuera de la pobreza a determinados segmentos de la población”, señala el documento.
El mercado turístico también forma parte de los sectores aliviados por el dominicano ausente. Los datos oficiales dan cuenta de una subida en el número de visitas de dominicanos no residentes desde el momento en que se reabrieron los vuelos internacionales, el pasado 1 de julio.
Al cierre de ese mes llegaron al país 81,058 dominicanos no residentes, mientras que los extranjeros no residentes que arribaron ese mes apenas pasó de 54,000 personas. Y esa relación continuó hasta octubre, cuando se igualó el número de dominicanos ausentes y de turistas extranjeros que visitaron la República Dominicana.
Aunque gastaron menos que en años anteriores, unos 647.2 dólares durante su visita, el tiempo que pasaron en el país aumentó a 16.33 noches.
Esos datos permiten explicar la dimensión de los dominicanos ausentes sobre un año que ha sido el más duro para la economía dominicana de las últimas tres décadas: además de los miles de millones de dólares que aportaron con las remesas, los dominicanos no residentes que hicieron turismo en el país permitieron ingresos por 351.81 millones de dólares en los primeros diez meses del año