El hecho de que desde hace mucho tiempo las estadísticas han revelado que los estudios universitarios dejaron de ser una garantía del empleo para miles de estudiantes en Iberoamérica y que en las escuelas se observa un estancamiento visible en ciertos logros de aprendizaje; plantea para la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura –OEI- que la escuela del futuro debe transformarse y traspasar las fronteras de las aulas.
Así lo consigna un artículo escrito por Otto Granados Roldán, titulado: “¿Cómo será la educación en 2030? Reflexiones sobre la educación superior en América Latina y el Caribe”, publicado, por el Consejo Asesor de la OEI, en el libro “La educación del Mañana: ¿Inercia o Transformación?
El Consejo Asesor de la OEI es el máximo órgano de consulta y asesoramiento sobre las políticas y estrategias que desarrolla la Secretaría General de la OEI y Granados Roldán coordinó dicha publicación como presidente de dicho órgano.
Para él la clave para que la producción del conocimiento se consolide es el contenido selectivo y especializado.
Añade que “también se introducirá una enorme presión en el diseño conceptual y la malla curricular de las carreras y especialidades que ofrezcan las universidades, pues este se volverá obsoleto en menor tiempo del habitual”.
Granados Roldán concibe la educación del futuro multicultural “adquirida a toda hora y en cualquier lugar, dentro o fuera de las aulas, de manera presencial y a distancia, y a la medida de las particularidades e intereses del individuo”.
Refiere además que los indicadores en materia de empleados de los egresados de las academias de estudios superiores muestran brechas que “la sola obtención de un título universitario ya no garantiza automáticamente movilidad económica y social relevante”.
Expresa que la primera disrupción relevante es que el diseño curricular de la educación básica es demasiado rígido y parece corresponder todavía a un modelo del siglo XIX, que choca con la revolución digital del siglo XXI.
Citó como prueba más visible el estancamiento en los logros de aprendizaje en matemáticas o en lectura.
Por esa razón, Granados Roldán expresa que es ineludible estimular una educación seria y ordenada sobre lo que debe ser el nuevo modelo de educación superior en la región, en función de su aportación a la formación de talentos, generación de conocimiento e innovación.
También, sobre el incremento de la productividad y el crecimiento económico, teniendo en cuenta las tendencias sociales, económicas y culturales que prevalecen en el mundo.
Considera además que “la escuela ha dejado de ser el canal único mediante el cual se entra en contacto con el conocimiento, la información y la socialización”
Añade que la palabra profesor y el texto escrito ya no constituyen soportes exclusivos de la comunicación.
En ese sentido, señala que el escritor José Joaquín Brunner: “la escuela que enseñaba con base en áreas rígidas y programas tradicionales ha dejado de ser funcional, y eso que la retórica de los líderes políticos etiquetaba en el mundo de redes globales como educación nacional ha dejado de existir”.
En otras palabras, manifiesta, Brunner identificó que el conocimiento ha dejado de ser lento, estable, escaso y homogéneo.
Para el presidente del Consejo Asesor de la OEI la educación tenderá a ser más flexible para los alumnos y que sean valoradas más sus características personales por encima de los títulos y diplomas.
“Se desarrollará las inteligencias múltiples de cada uno; fomentará las habilidades para trabajar en equipo y comunicarse en ambientes laborales crecientemente tecnificados; formará destrezas más o menos bien desarrolladas y un grado importante de iniciativa y creativa personales”, plantea Granados Roldán.
Añade que la educación multicultural del futuro preguntará más por las causas de las cosas y las razones de los hechos que por la fecha, hora, ciudad, dirección y temperatura del día en que nacieron los héroes patrios, “de los cuales posiblemente los escolares del mañana no se acuerden”.
En ese sentido, considera razonable que las carreras universitarias sean menos especializadas que ahora y que tiendan a mezclar contenidos de diferentes disciplinas curriculares para “acomodarse” a necesidades sociales y productivas más flexibles y complejas.
Además, a la solución de problemas multidisciplinarios, como por ejemplo relacionados con el medioambiente, agua, al funcionamiento de las ciudades, a la energía y a las ciencias de la vida.
Señala que “Los grados escolares habituales serán meras referencias formales, pues la gente cambiará de área de conocimiento y de trabajo varias veces durante su vida útil y, por lo tanto, requerirá aprender a lo largo de toda ella”.
Nuevos retos y desafíos para la educación superior
Granados Roldán plantea que es urgente rediseñar a fondo el modelo vigente de la educación superior debido a que si continúa basado esencialmente en la cobertura y tiene una vinculación insuficiente con el mundo productivo en las próximas décadas será disfuncional.
Esa realidad, reflexiona, comprometería el desarrollo personal y colectivo.
Expresa que las academias de educación superior tienen un papel especial en la formación de talentos y que deberán caminar hacían un modelo donde sean prioritarios la cultura, las disciplinas tradicionales, competencias, destrezas, habilidades blandas, el manejo de varios idiomas, la visión incluyente y multicultural, entre otros.
Al cuestionarse si el sistema de Educación de América Latina y el Caribe está preparado para enfrentar los nuevos retos con eficiencia, Granados Roldán responde que “todo indica que no lo suficiente”.
Reconoce que el problema obedece a múltiples causas, como son las políticas, económicas, culturales e institucionales, por lo que afrontarán un gran desafío.
Concluye en su artículo que “es hora de repensar las instituciones de educación superior en América Latina y el Caribe, reinventarlas y renovarlas para avanzar hacia una disrupción que les permita ofrecer la educación pertinente y de extraordinaria calidad”.