Discurso del presidente Luis Abinader en el acto de toma de posesión ante la Asamblea Nacional
Honorable Señor Eduardo Estrella, Presidente de la Asamblea Nacional;
Excelentísimo Señor Jovenel Moïse, Presidente de la República de Haití;
Excelentísimo Señor, General Umaro Sissoco Embaló, Presidente de la República de Guinea Bissau y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas;
Honorable Señor Hipólito Mejía, Ex Presidente de la República;
Su Excelencia Michael Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos;
Su Excelencia, Mevlȕt Cavuşoğlu, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Turquía;
Su Excelencia, Maria Aranzazu González Laya, Ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Reino de España;
Su Excelencia, Pedro Brolo Vila, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de la República de Guatemala;
Su Excelencia Lisandro Rosales Banegas, Ministro de Relaciones de la República de Honduras;
Su Excelencia Zoran Djordjevic, Ministro de Trabajo, Empleo, Veteranos y Política Social de la República de Serbia;
Su Excelencia Reverendísima Monseñor Ghaleb Bader, Nuncio Apostólico y Jefe de Misión especial de Su Santidad el Papa Francisco;
Excelentísimos Señores y Señoras Jefes de las Misiones Especiales y de Organismos Internacionales;
Excelentísimos Señores y Señoras Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular acreditados en el país;
Distinguidos Invitados Especiales;
Excelentísima Señora Raquel Peña Rodríguez, Vicepresidenta de la República;
Honorable Señora Milagros Ortíz Bosch, Ex Vicepresidenta de la República;
Excelentísima Señora Raquel Arbaje de Abinader, Primera Dama de la República;
Honorable Señor Luis Henry Molina, Presidente de la Suprema Corte de Justicia;
Honorable Señor Milton Ray Guevara, Presidente del Tribunal Constitucional;
Honorable Señor Román Jáquez Liranzo, Presidente del Tribunal Superior Electoral;
Honorable Señor Julio César Castaños Guzmán, Presidente de la Junta Central Electoral;
Honorable Señor Hugo Álvarez Pérez, Presidente de la Cámara de Cuentas;
Honorable Señora Zoila Martínez Guante, Defensora del Pueblo;
Honorable Señor Alfredo Pacheco Osoria, Vicepresidente de la Asamblea Nacional;
Honorables Señores Senadores y Diputados, Miembros de la Asamblea Nacional;
Mi Madre, Rosa Sula Corona Caba;
Altos Funcionarios Civiles y Militares;
Distinguidos representantes de los medios de comunicación;
Señoras y señores.
Permítanme, antes de iniciar mi intervención que les pida que se pongan en pie para rendir homenaje y recuerdo a las víctimas del Covid-19 y a sus familias.
No están solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de todo el pueblo dominicano aquí representado, así como con el aliento fraterno de las naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su presencia.
Y tributemos también un aplauso que sirva de apoyo para todos los que están hospitalizados, así como los que se recuperan en sus casas y, en especial, para el personal sanitario que nos cuida y cura en un esfuerzo de solidaridad y profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.
Muchas gracias, señoras y señores.
Pueblo dominicano.
Esta mañana comparezco ante esta Asamblea Nacional para recibir la Banda presidencial honrado por la confianza ciudadana depositada en las urnas y muy consciente de los desafíos actuales, pero también lleno de fe respecto al porvenir.
Como corresponde a nuestra tradición cívica y política, este acto se celebra el 16 de agosto, 157 años después de que, en el Cerro de Capotillo, catorce hombres al mando del coronel Santiago Rodríguez izaran la bandera nacional bajo el grito de ¡Viva la República Dominicana!
Con aquella acción valiente se inició un camino, duro y a veces amargo, pero también guiado por la esperanza que, más de ciento cincuenta años después, nos ha traído hasta un nuevo momento solemne de relevo y continuidad en la más alta magistratura de la República Dominicana.
Hoy damos un paso más hacia ese futuro de libertad, prosperidad y justicia con el que soñaron aquellos héroes y cuya memoria honramos haciendo coincidir la fecha de su epopeya con el acto de toma de posesión del Presidente de la República.
Cuando aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabían que la senda por la que tenían que transitar estaba llena de obstáculos. Sin embargo, ni les temblaron las piernas ni flaqueó su ánimo para enfrentar la tarea histórica que tenían por delante.
Casi un siglo después y en circunstancias también sombrías para nuestra patria, al pintor Aurelio Crosiet no le falló el talento y, con sus pinceles, dejó en los muros de este venerable salón un mapa simbólico de la que, —anuncio ahora— será nuestra travesía durante los próximos años; un periodo en el que no van a faltar las dificultades ni los retos, pero tampoco la determinación para solucionarlas ni el trabajo para superarlos.
Los murales de Crosiet que ahora podemos contemplar, nos muestran enseñanzas de libertad, de justicia, del valor de la ley, de la patria y de la fe.
Pero a pesar de la inspiración y el orgullo que nos producen estas pinturas, no voy a engañar a nadie con palabras dulces, promesas huecas ni horizontes falsos porque, ni la altísima magistratura que hoy asumo ni la decencia me permitirían semejante irresponsabilidad, porque vivimos una de las horas másdifíciles de nuestra historia para la que no contamos con precedentes ni disponemos de recetas probadas porque, sencillamente, no existen.
Aun así, en este día solemne, ofrezco trabajo y diálogo ilimitado para, entre todos, salir adelante más fuertes, más unidos y cargados de esperanza.
Como preámbulo quiero advertir que este discurso no será un programa de gobierno, ni un listado de obras a emprender, que ya hemos detallado a lo largo de la campaña, y en la transición. Tampoco un inventario del penoso legado en muchos de los ámbitos del Estado, del que se ocuparán de informar los funcionarios que integrarán el equipo de trabajo de este gobierno. Porque este será un gobierno de sistemática comunicación y rendición de cuentas.
Señoras y señores:
El Covid ha puesto al desnudo la grave situación estructural que atraviesa nuestra patria. Una pandemia global nos ha mostrado como nuestro país tiene debilidades que la hacen muy vulnerable a la situación actual y a sus consecuencias económicas y sociales. Llevamos décadas de inacción y mala política, pero hoy ya no tenemos más tiempo que perder.
Sin embargo, lo urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La premura con la que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa para no acometer las reformas profundas que precisa nuestro país para contener los estragos que agrava la pandemia en el corto plazo, y también para superar nuestras carencias estructurales.
Por ello, esta presidencia que hoy comienza, será la de los cambios urgentes. Pero también la de los cambiosirreversibles.
COVID Y SALUD
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.
Un adversario tan terrible que nos obliga a tomar medidas excepcionales para defender la vida y nuestra forma de vivirla.
El virus está poniendo a prueba toda nuestra estructura social, con consecuencias para nuestra salud y nuestro sistema sanitario, pero también para la actividad económica, educativa, cultural y social. Por eso debemos actuar ahora y con contundencia.
El actual sistema público de salud, pese a sus buenos profesionales, no ha tenido suficientes medios para paliar la pandemia, o para articular políticas de prevención ante esta u otras crisis sanitarias.
Quiero anunciarles hoy, que nuestro gobierno pondrá en marcha un plan nacional de detección, aislamiento, rastreo y tratamiento de contagiados a una escala sin precedentes en nuestra historia, con el compromiso de garantizar el acceso a la vacuna contra el virus a toda la población dominicana tan pronto como esté disponible.
Aumentaremos el presupuesto de salud hasta llegar a más de 66.000 millones de pesos en los primeros 4 meses de gobierno para atender a esta emergencia pero, a la vez, para transformar para siempre nuestro modelo de atención sanitaria, bajo criterios de desconcentración, descentralización y empoderamiento de las comunidades, así como el refuerzo de la atención primaria.
Hoy me comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a situar nuestro sistema sanitario donde los dominicanos merecen que esté: entre los mejores de América Latina.
Por ello, sirva este acto de recepción de la Banda Presidencial para adquirir aquí un compromiso solemne: Nadie va a quedar desatendido ni abandonado a su suerte porque de esta crisis vamos a salir, todos y juntos.
Bajo mi presidencia el sistema sanitario no colapsará. Pero es importante que entendamos que después de casi seis meses de la aparición de la pandemia en el país, recibimos la conducción del gobierno en plena expansión del virus, ya con mil 400 fallecidos y más de 85 mil contagiados.
En los próximos meses aumentaremos el número de camas donde sea necesario, duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de cuidados intensivos, pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos a más de 1.000 médicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser más eficaces en la lucha contra la Pandemia.
Tal empeño será posible porque vamos a reestructurar la arquitectura institucional del Estado para eliminar los organismos e instituciones innecesarias o con duplicidad de funcionesy destinaremos esos fondos a la inclusión de más de dos millones de ciudadanos al seguro familiar de salud de forma que para diciembre de este año, la salud pública dominicana será, UNIVERSAL Y GRATUITA.
ECONOMÍA
Pueblo dominicano:
La pandemia es global. Y la crisis económica que ha traído consigo también lo es. El daño causado ya es el mayor desde la II Guerra Mundial. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica proyectan un crecimiento global negativo, por lo que la recuperación no llegará ni rápida ni fácilmente.
La reducción de la economía global significará intercambios comerciales dramáticamente inferiores entre los países. La revolución tecnológica que permitió que lo global se convirtiera en local provoca también que la reducción de la demanda mundial tenga consecuencias para el sector externo de nuestra economía y repercusiones en la producción, el empleo y el consumo interno.
Las prohibiciones y el temor a viajar reducen el número de turistas en nuestra isla; nuestras exportaciones sufren la depresión de la demanda mundial. Cierran pequeñas y medianas empresas, se pierden empleos y se consumen ahorros sin que nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin de la pesadilla.
Esta crisis amenaza con tensionar al máximo las políticas fiscales y nos obliga a un manejo adecuado del gasto público para paliar los daños que ya sufren los sectores generadores de divisas. Y todo esto se desencadena en un contexto en el que los niveles de deuda pública —incluso antes de la pandemia— habían llegado ya a los límites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo el Estado fue duplicada en la última década, y solo esta semana el déficit ha crecido en 25.600 millones de pesos.
En el pasado no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, pero si un aumento de la deuda y de nuestro déficit. Este es el escenario al que nos enfrentamos. Este es el balance que nos hemos encontrado. Un balance que estamos firmemente comprometidos a revertir.
Mejorando la calidad del gasto y eliminando dispendios y corrupción que durante años solo han aumentado el déficit y consecuentemente la deuda publica sin mejorar la calidad de vida de los dominicanos. Que no pierdan su tiempo los auspiciadores de la malversación. Nada ni nadie nos hará variar este compromiso.
Jamás, gobierno alguno, enfrentó semejante combinación de retos y amenazas.
La crisis y sus efectos nos traen muchos meses de sacrificio y disciplina, pero siempre conservando la esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la prioridad es la de crear las condiciones para recuperar la producción y el empleo utilizando todos los mecanismos que estén a nuestro alcance para lograr dicho objetivo, por eso les anuncio que:
- Continuaremos los programas de ayuda FASE, Quédate en Casa y Pa’Ti para lo que queda de este año 2020
- Extenderemos las facilidades tributarias en especial para las pequeñas y medianas empresas e implementaremos un Programa de Garantías y Financiamiento dirigido a los sectores afectados por la pandemia por más de 100.000 millones de pesos.
- Iniciaremos un plan de reparación y construcción que impactará a más de 30.000 viviendas para reactivar las economías locales en todo el país.
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