Conmoción y ayuda del extranjero a Líbano tras explosiones

Muchos países dieron el martes el pésame y ofrecieron ayuda al Líbano, donde dos enormes explosiones sacudieron Beirut, causando decenas de muertos y miles de heridos.

El primer ministro libanés Hasan Diab afirmó que las explosiones fueron causadas por la detonación de 2,750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto.

El director general de Seguridad General, Abas Ibrahim, había dicho antes que las explosiones en un almacén del puerto pueden haber sido causadas por “materiales explosivos confiscados hace años”.

Según el último saldo provisional del ministerio de Salud, 73 personas murieron y 3.700 resultaron heridas. El primer ministro pidió ayuda a los “países amigos y los países hermanos”.

Francia, antigua potencia mandataria, fue uno de los primeros en reaccionar, declarándose “al lado de Líbano”. El presidente Emmanuel Macron anunció en Twitter el envío de un destacamento de seguridad civil y “varias toneladas de material sanitario” a Beirut.

Estados Unidos también se ofreció a ayudar después de esta “tragedia horrible”.

“Nuestro equipo en Beirut me ha informado de los daños importantes infligidos a una ciudad y a un pueblo que aprecio”, declaró el secretario de Estado Mike Pompeo.

La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que estaba “conmocionada” y prometió ofrecer “apoyo al Líbano”. Miembros del personal de la embajada alemana resultaron heridos en las explosiones.

Reino Unido también expresó su disposición a ayudar al Líbano tras las explosiones que hirieron a trabajadores de su embajada aunque sus vidas no corren peligro.

“El Reino Unido está dispuesto a apoyar de todas las formas posibles, incluido a los ciudadanos británicos afectados”, tuiteó el primer ministro Boris Johnson.

Israel propone ayuda

Israel propuso el martes por la noche “ayuda humanitaria y médica” al Líbano, un país vecino con el que técnicamente se encuentra en estado de guerra.

Canadá ha hecho lo propio. “Estamos dispuestos a ayudaros”, tuiteó el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

“Rusia comparte el dolor del pueblo libanés”, reaccionó el presidente ruso, Vladimir Putin, en un telegrama de condolencias a su homólogo libanés, Michel Aoun.

Aoun también recibió una llamada del presidente iraquí, Barham Saleh, quien transmitió al Líbano su solidaridad y se ofreció a ayudarlo.

Varios países del Golfo, algunos de los cuales tienen relaciones estrechas con el Líbano, al que prestan ayuda financiera, rindieron homenaje a las víctimas.

El emir de Catar, el jeque Tamim ben Hamad Al Thani, llamó a Aoun para darle el pésame, según la agencia de prensa oficial QNA, que añadió que enviarán hospitales de campaña al Líbano.

“Nuestros corazones están con Beirut y su pueblo”, tuiteó el ministro de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Anwar Gargash, que publicó una foto del famoso rascacielos Burj Khalifa de Dubái, iluminado con los colores de la bandera libanesa.

“Que Dios (…) proteja al hermano Líbano y a los libaneses para reducir su sufrimiento y curar sus heridas”, dijo.

Kuwait anunció que enviará ayuda médica urgente al Líbano, según la agencia oficial Kuna.

El ministro de Relaciones Exteriores jordano llamó a su homólogo Charbel Wehbe para transmitirle su solidaridad, y se declaró dispuesto a ofrecer cualquier ayuda que se necesite.

Misma expresión de solidaridad desde Túnez, donde el presidente Kais Saied envió una carta a su homólogo libanés expresando su “apoyo” a un “pueblo hermano”.

La ONU expresó sus “condolencias” y propuso un “apoyo activo”, además de desear una “pronta recuperación a los heridos, entre ellos personal de las Naciones Unidas”: marinos de la misión en el Líbano (FINUL) cuyo barco estaba amarrado en el puerto de Beirut.

Para el jefe de la Liga Árabe, Ahmed Abul Gheit, las explosiones “van desgraciadamente exacerbar las dificultades del Líbano y aumentar la gravedad de la crisis (…) que atraviesa el país”.

Las explosiones del martes se producen en un momento en el que el Líbano atraviesa una difícil situación, con su peor crisis económica en décadas, marcada por una depreciación monetaria inédita, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias, que alimentan manifestaciones desde hace meses.