Hipólito Mejía, mis hijas y una economía desastrosa

Por José Manuel Castillo

El gobierno que encabezó el ingeniero Hipólito Mejía en el periodo 2000-2004, fue espantoso, funesto y decepcionante, me tocó vivir en carne propia la crisis económica en ese desgobierno, lo que más sufrí fue cambiarle la leche seis veces a dos de mis hijas, porque todos los días subían de precios, y lo que ganaba no me permitía aguantar el aumento del lácteo.
Para que tengan una idea, cuando Mejía llega al gobierno, una lata de leche Milex de la jumbo, costaba aproximadamente 300 pesos, y en el gobierno del guapo de Gurabo subió a 900 pesos, nunca había tomado una lata leche fiada, y hasta eso tuve que hacer, siendo la garante mi querida abuela, ya fallecida, Consuelo Santana, porque yo era nuevo en el Ingenio Abajo, un barrio de Santiago, y don Reberto, el dueño del colmado, no me conocía.

A continuación una relación de las marcas de leche que mis dos hijas tuvieron que tomar, a veces ni la querían, porque el sabor no les era agradable.

Originalmente tomaban Milex instantánea, luego tuve que cambiar a Ladom, luego a Improlac, luego a Kanny, luego a Alaska, pero el momento más crítico en nuestro hogar fue cuando hubo que comprar Nutra, una especie de leche, que no es leche, porque es un alimento a base de soya, y las niñas no las querían tomar.
Ya agobiado y desesperado, le comento a algunas personas lo que me está pasando, y es ahí que descubro, que en la avenida Hermanas Mirabal hay un colmado donde venden leche al granel, su propietario se llama o se llamaba, porque no he sabido más de él, Calin.
En el mandato de Hipólito, a los supermercados le decían la casa del terror, y los colmaderos no sabían sus propios precios, el dólar se disparó casi a 60 por uno y había que hacer filas para comprar gas licuado de petróleo. A propósito de gas, un día me vi obligado a ir a San José de las Matas para llenar un pequeño cilindro, porque en Santiago no había gas.
La verdad no sé con qué cara Hipito Mejía se atreve a decir que quiere volver a ser presiente, espero que eso no ocurra jamás en la vida.
Mientras escribía este artículo se me salieron las lágrimas, porque tengo presente lo que en nuestra casa se pasó durante ese cuatrienio.

El autor es activista de derechos humanos, locutor, comentarista y fotógrafo de prensa.