Lo más significante, que tiene inquieto a todo el espectro político, es su anuncio para marzo próximo
Más allá de su impronta, medida por las obras, el desempeño económico con alto crecimiento y baja inflación, el presidente Danilo Medina no ha hecho nada que indique firmemente que tratará de reformar la Constitución y reelegirse en el 2020.
El elemento de mayor cuantía que habría que valorar para pensar que está preparando los motores para un propósito reeleccionista, lo constituye el programa de visitas sorpresa y el programa de inauguración de obras. Más la defensa cerrada de su obra de gobierno cada vez que tiene oportunidad, como en el discurso que improvisó durante la inauguración de la Línea II del Metro de Santo Domingo.
Lo más significante, que tiene inquieto a todo el espectro político es su anuncio para marzo próximo de que definirá su posición sobre la reelección presidencial, como le dijo a la comunicadora Jatna Tavárez en agosto pasado.
Si el presidente Medina tiene en mente el proyecto reeleccionista, entonces tendría que modificar su comportamiento político, porque lo único que ha hecho referente a candidatura, fue alentar a un grupo de sus seguidores a aspirar a la nominación presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
De ahí la urgencia, para el presidente, más que para el danilismo, de empezar a ampliar las bases de apoyo del proyecto reeleccionista para alcanzar ese objetivo. Porque a decir verdad, no se ve un esfuerzo concertado en la dirección que se dice o se denuncia, de que en definitiva buscará la reelección.
Para que trascienda
Si es como presume un importante segmento de los dominicanos, de que Medina se lanzará al ruedo con su proyecto reeleccionista, entonces tendrá que variar la estrategia y empezar a emplearse a fondo para que esa propuesta a su favor trascienda el umbral de sus fervientes servidores.
Aunque el ritmo de sus actuaciones indica que el tema no está cerrado, como él mismo dijo, con la ley 33-18, los plazos que impone para cualquier proyecto político, son clave.
Desde la entrevista con Jatnna hasta sus recientes declaraciones a los medios en el Palacio Nacional, donde afirmó que la Ley de Partidos y Organizaciones Políticas vigente, establecía plazos para todo y que lo que desea es que lo dejen trabajar, Medina tampoco despeja las dudas y persiste en dejarlo todo para a los días que faltan.
Por su diario accionar, mediante el cual se mantiene en contacto con los distintos sectores de la vida nacional, ya sea en visitas sorpresa, inauguraciones de obras, primer picazo o palazo para futuros proyectos, o reunión con sectores de la vida social y económica, a quienes quiere oír para asumir sus inquietudes en sus planes de Gobierno, diferentes sectores ven en ese comportamiento “movimientos” para sus supuestas pretensiones continuistas.
Pero hay que insistir en no se advierte un proyecto del danilismo, bien estructurado, que sugiera que de verdad el Presidente tiene claros planes reeleccionistas. Apenas pueden cuantificarse las declaraciones que de vez en cuando realizan algunos funcionarios que no forman parte del peledeísmo histórico que lo ha acompañado.
Tampoco en la sociedad se observa una corriente proclive al proyecto reeleccionista. Aún entre los miembros del todopoderoso Comité Político lo que se advierte es cautela. Ningún ambiente parecido al que se generó con la reforma de la Constitución de 2015, cuando una poderosa fuerza de peledeístas se coordinó para lograr ese objetivo.
La pista se calienta cuando alguien del leonelismo pone el tema de la reelección en debate, o alguno de los funcionarios de poco nivel y procedentes de otros partidos, aprovechan un escenario para ensalzar al Presidente y plantear la idea de la continuidad en el poder.
Más allá de Alexandra Izquierdo y Marino Collante, ex dirigentes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y de Víctor Gómez Casanova, que purga una amonestación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) por alentar la reelección del presidente Medina, sólo una figura de raigambre peledeísta plantea abiertamente la necesidad de la reelección, Monchy Fadul.
Podrían sumarse algunos legisladores, encabezados por el presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, que han pasado a la vanguardia en defensa de la posibilidad de que Medina trate de reelegirse. Camacho llegó incluso a afirmar que no hay que modificar la Constitución para alcanzar ese objetivo. Pero no se percibe un proyecto de poder.
Por eso, parecería que a la causa reeleccionista le falta un aliento mayor, una clara señal del propio Presidente de que está en eso. Un coro adicional de voces y sectores que no sean vistos como “beneficiarios”, proclives a un tercer mandato de Medina.
Por el contrario, habría que registrar los cuestionamientos a un proyecto reeleccionista del embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Gedeón Santos, que sorprendió a los peledeístas con su planteamiento en un artículo publicado en el Listín Diario en el que cuestiona abiertamente, como no exitosas, propiciatorias de gobiernos fallidos, la segunda reelección, (tercer período) justo en el “dilema” en que se encontraría el presidente Medina.
En general, hay que considerar que el momento que vive la sociedad hoy dista mucho de la coyuntura que propició la reforma constitucional de 2015.
A los silencios de ese período, habría que contrastar las voces de las asociaciones de sectores productivos acerca de la necesidad de proteger la institucionalidad en la República Dominicana.
Tiene(n) valor los pronunciamientos adelantados de Industrias de República Dominicana (AIRD), el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), la Arquidiócesis de Santo Domingo, el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc., (FINJUS), Participación Ciudadana, la Fundación Prensa y Desarrollo, el colectivo Marcha Verde, entre otras instituciones y personalidades de la vida social, religiosa, económica y política sobre la necesidad de preservar el marco institucional de la República y el respeto a la Constitución.
Naturalmente, no hay que resaltar el rechazo a la reelección presidencial de la oposición política y de los adversarios internos a Medina, encabezados por el ex Presidente de la República Leonel Fernández, que maneja su discurso en defensa de la Constitución y el respeto al sistema democrático.
Otro elemento a considerar, justamente en estos días, es el entorno internacional. La permanencia en el poder en América Latina, mediante procedimientos que puedan dar lugar a cuestionamientos de organismos internacionales y del amo principal del continente, plantea otro ingrediente a considerar. Es más que evidente la docilidad con que se está manejando el Estado dominicano frente a Estados Unidos después del establecimiento de relaciones con China.
Al final, viene a cuento la tradición criolla sobre los últimos días en el ejercicio del poder. Ningún gobernante se descarta demasiado temprano como potencial opción de continuidad por lo que se ha convenido en llamar la “soledad del poder”, los consabidos alejamientos de los ladinos seguidores.
Con Medina no hay que olvidar que cualquier decisión sobre su futuro estará muy marcada por las señales que mande la sociedad. Es, de los políticos modernos, el estratega más astuto, y difícilmente se lance al vacío.
Indicador de valor
Un indicador de valor relativo a considerar que podría dar pie a la idea de que el presidente Medina está en reelección es la muy extendida creencia de que existe un distanciamiento entre él y el expresidente Leonel Fernández, originado en las mutuas ambiciones de poder. Sin embargo, respecto a ello habría que abonar que los mismos mantienen los vínculos familiares (la presencia del expresidente en la boda de una de las hijas del Presidente) y los tratos cordiales en las sesiones del comité político del PLD). Pero resulta imposible negar lo que es evidente: la confrontación por el control partidario y la conducción de los destinos del país, en la persona de Fernández, en un caso, o en el otro, el mismo Medina o mediante un ungido delfín.