El ex director del antiguo Centro Antirrábico exhortó a declarar de emergencia las cinco provincias fronterizas
El fundador y exdirector en dos oportunidades del clausurado Centro Antirrábico Nacional afirmó ayer que un solo caso de rabia humana constituye un fracaso para las autoridades de salud.
El doctor Ruddy Vásquez Rondón, calificó como una “estupidez de marca mayor” el cierre del establecimiento que funcionó por más de cuatro décadas en la Avenida Duarte, a la vez que criticó que la responsabilidad de aplicar el programa para controlar la enfermedad que ya ha cobrado dos vidas y mantiene al borde de la muerte a un menor oriundo de Pedernales, se haya traspasado a las direcciones provinciales de salud que, en la mayoría de los casos, no cuentan con los recursos ni las capacidades para llevarlo a cabo.
“Esos directores la mayoría de las veces, no tienen el equipo, no tienen las vacunas, ni la planificación, ni los recursos para hacer un programa de vacunación. Entonces, ¿cómo trabajan ellos? como los bomberos, que aparece un caso de rabia en un sitio y van y vacunan toda la periferia”.
Explicó que cuando fue director de esa dependencia dicho programa operaba de manera vertical y procuraba vacunar, al menos, al 80% de la población de perros y gatos del país, partiendo de las estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que establecen que por cada diez personas hay un perro.
“Por ejemplo, en la región V que tenía cinco provincias, nosotros hacíamos un seminario pre-vacunación donde adiestrábamos al personal de esa región, dígase, médicos, enfermeras y paramédicos y luego salíamos con la intención de vacunar al menos al 80% de perros y gatos de esa demarcación. Es decir, nosotros utilizábamos el personal de la región pero el control y los parámetros de trabajo lo establecía la cabeza, pero desde hace unos años Salud Pública ha horizontalizado los programas y ahí es que está el problema”, dijo el sanitarista.
Resaltó que en base a esas proyecciones, en el país hay más de un millón de perros, de los cuales, apenas 200 mil están bajo control veterinario, y los 800 mil restantes no tienen la protección inmunológica, por lo que insistió en que hay que tomar las medidas de lugar para evitar que el brote que afecta a Pedernales se expanda hacia otras localidades.
Declarar emergencia sanitaria
En ese sentido, instó a las autoridades a declarar en estado de emergencia sanitaria a las cinco provincias fronterizas y proceder a calcular los parámetros de población humana que permitan efectuar la vacunación del 80% de perros y gatos con potencial para transmitir la mortal enfermedad. “Si eso no se hace y se deja escapar el problema para el interior, vamos a tener rabia por todas partes porque no se están cumpliendo los parámetros de vacunación”.
El profesional de la veterinaria que laboró durante 35 años en Salud Pública, explicó que con dicho porcentaje se busca crear una “muralla inmunológica” que evite que el perro o gato contraigan el virus en caso de ser mordidos por un hurón o murciélago, que son reservorios naturales de la rabia.
“Esa muralla se perdió porque el perro se reproduce cada dos años o tres, o sea la población de animales cada tres años, si había 10 perros a los tres años habrán 30”.
Sin laboratorios
El doctor Vásquez Rondón también se mostró extrañado que las autoridades hayan cerrado el bioterio para la producción de vacunas antirrábicas para humanos y que actualmente se estén importando los biológicos. Dijo que lo mismo ocurrió con el laboratorio que tenía capacidad para hacer el diagnóstico por tres vías (inmunofluorescencia, corpúsculo de negris y de inoculación), por lo que las pruebas se están enviando al Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en ingles), con sede en Atlanta.
También lamentó que se eliminara la colaboración de alrededor de 12 mil estudiantes universitarios que fungían como trabajadores sociales de salud en labores de vacunación de perros y niños, lo cual contribuía a controlar la situación.
Un poco de historia
Según el galeno, previo a la creación del Centro Antirrábico morían entre cuatro a ocho personas cada año, situación que cambió al fundarse el centro e iniciarse los controles de vacunación y la aplicación de los protocolos.
“El control de la rabia en el país por los años 1965 al 1970, era una actividad que se realizaba en los centros y sub-centros de salud y se limitaba la más de las veces a dar asistencia médica a todas las personas mordidas por animales sospechosos de padecer la enfermedad, aplicándose las vacunas antirrábicas a veces de manera innecesaria. Las labores de control se limitaban a la eliminación periódica de perros en la vía pública, empleándose brigadas que utilizaban albóndigas envenenadas en la eliminación”, dijo.
Sostuvo que ya en el 1978 solo se reportaron 35 casos de rabia animal, es decir, (5.7) casos mensualmente, lo cual denotaba una reducción de un 47.3% con relación al 1975.
“Sin embargo, a partir del 1979 se incrementó notablemente el problema con la aparición de nuevos brotes esporádicos, que volvían ya a alcanzar a la población humana. Ya para 1984, se reportaron en ese año 11 personas fallecidas víctimas de la enfermedad. La rabia animal sobrepasaba los 200 casos, motivado principalmente por haberse descontinuado los esquemas iniciales de control, con lo cual se tuvo una vuelta al pasado. Esto ocurrió con la llegada del PRD al gobierno cuando el Programa Nacional de control de rabia se descuidó completamente y todas las medidas de control establecidas. Se descontinuó la vacunación de perros y gatos de manera sostenida como se venía haciendo y al final, con el derrumbe de la barrera inmunológica que se había hecho, surgieron nuevos brotes de casos de rabia en perros y gatos, así como también en animales mayores”.
Dijo que la situación volvió a controlarse durante la gestión del doctor Ney Arias Lora en la entonces secretaría de Salud Pública, quien volvió a encomendarle la tarea de controlar la rabia.
Ataca sistema nervioso
El galeno explicó que lo único bueno del virus que ataca el sistema nervioso es que su periodo de incubación es relativamente largo y va de 20 a 30 días, aunque se reduce a nueve días, si la mordedura se produce cerca del cerebro. “El virus va progresando hacia arriba, hacia el cerebro, cuando llega ahí, el virus destruye las neuronas, por eso es mortal en el 100% de los casos, después que aparecen los síntomas”.
Sobre el particular, el subdirector del Hospital Robert Read Cabral, Clemente Terrero, agregó que aunque el periodo de incubación puede tardar meses cuando la mordedura se produce en las extremidades inferiores, ocurre lo contrario con las manos, debido a que el virus puede viajar al cerebro a través de los nervios limítrofes en menos de una semana.
Lo mismo ocurre con los genitales y la cara, otros punto de peligro, según el doctor Alejandro Guzmán, quien explicó que el protocolo ordena la vacunación inmediata en estos tres casos, así como cuando se desconoce el paradero del animal agresor. En el resto de los casos, se ordena la observación del animal durante diez días.
Número de casos aumentó este año
Al ser entrevistado en el programa Enfoque Matinal por CDN, el infectólogo Clemente Terrero añadió que desde el año 2009 no se habían presentado tantos casos de rabia en el país. “Este año la situación rompió todos los parámetros y obviamente tenemos una situación de gravedad de la rabia, básicamente y fundamentalmente en Pedernales”, dijo.
Dice nadie debería morir por la leptospirosis
El doctor Vásquez Rondón afirmó que la falta de controles de zoonosis o enfermedades transmitidas por animales también se manifiesta en el número de muertes por leptospirosis, que este año ya ha cobrado 52 vidas, según el más reciente boletín epidemiológico. Indicó que aunque en la década de los 80 se presentaban algunos casos de esta enfermedad causada por el contacto con la orina de roedores, la mayoría de las veces no tenían un desenlace fatal ya que cuando se producían inundaciones se efectuaban los controles necesarios e incluso, se aprovechaba la vacunación de los perros y gatos para regalar raticidas para terminar con los ratones que son vectores de la enfermedad.