Helsinki. Donald Trump, dio ayer más credibilidad a su homólogo ruso, Vladímir Putin, que a sus propios servicios de inteligencia con respecto a la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 que le llevaron a la Casa Blanca y que Moscú niega.
A falta de acuerdos que promocionar en la primera cumbre formal entre Trump y Putin, la cuestión de la presunta interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 eclipsó el resto de problemas de la deteriorada relación bilateral, y evidenció de nuevo la brecha entre el presidente de Estados Unidos y sus propias agencias de inteligencia.
“Me dijeron (las agencias de inteligencia) que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que debería serlo”, dijo Trump, de pie junto a Putin, en una conferencia de prensa al término de su cumbre de cuatro horas en Helsinki.
“Tengo una gran confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue extremadamente contundente al negar eso hoy”, subrayó Trump.
No era la primera vez que Trump ponía la negativa de Putin por encima de las garantías de su propio Gobierno, algo que ha hecho varias veces desde antes incluso de llegar al poder, claramente incómodo con la idea de que un actor externo pudiera contribuir a su ascenso al poder en Estados Unidos.
Pero nunca antes lo había hecho en una conferencia de prensa con Putin al lado, y en un momento en el que la investigación de la trama rusa que dirige el fiscal especial Robert Mueller ha cobrado fuerza, con la acusación presentada el pasado viernes contra doce agentes de inteligencia de Moscú.