Con la llegada del socialismo a México se espera que los gobiernos progresistas reunifiquen sus fuerzas y promuevan nuevos liderazgos
Tras los reveses sufridos en Colombia, Chile y Argentina, la izquierda latinoamericana toma un nuevo respiro, con la contundente victoria que obtuvo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, el fin de semana pasado.
México es el tercer país más grande de América Latina y la décimo cuarta economía del mundo; y ahora, de la mano de AMLO, tiene el reto de instaurar políticas sociales que no generen tanta fricción con el statu quo imperante, que ya amenaza con boicotear cualquier intento que amenace sus intereses.
Los mexicanos, históricamente afectos al Partido Revolucionario Institucional (PRI), decidieron dar un vuelco radical a la política nacional y entregar un voto de confianza a un líder progresista que prometía cambios sustanciales y se enfocaba esencialmente en la lucha contra la corrupción y en promover una mayor inclusión social.
Tras resultar electo, con más del 57% de los votos, AMLO recibió el respaldo de líderes mundiales de la talla de la primera ministra británica, Theresa May; el presidente ruso, Vladimir Putin; el presidente de Canadá, Justin Trudeau; el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina. También le felicitaron los cuestionados presidentes socialistas de Venezuela, Nicolás Maduro y de Nicaragua, Daniel Ortega. Maduro advirtió, a través de un tuit, que con la victoria de AMLO “triunfa la verdad por encima de la mentira y se renueva la esperanza de la Patria Grande”.
Mientras que Ortega dijo que esa victoria “muestra la capacidad indoblegable del espíritu de nuestros pueblos”.
¿Qué rol jugará México ahora?
Y es que con la llegada de la izquierda a México, y la posibilidad del retorno de Lula al poder en Brasil durante las elecciones de octubre, se espera que este año la región culmine con una reconfiguración de las relaciones de poder. Hasta ahora, Miguel Díaz Canel, en Cuba; Evo Morales, en Bolivia; Nicolás Maduro, en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua, lucían como jinetes solitarios, tratando de mantener en pie un proyecto político severamente cuestionado y sin poder consolidar el impulso del proyecto socialista que lograron presidentes como Hugo Chávez, Fidel Castro, Lula Da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner y Evo Morales.
Además, aunque es prematuro vaticinar cómo serán las relaciones de México con su vecino más cercano del norte: Estados Unidos de América, el panorama no luce alentador; pero lo que sí es un hecho, es que México jugará un papel fundamental y protagónico, en lo que podría ser el relanzamiento del socialismo.
Del muro al “hay mucho por hacer”
Las históricas relaciones de México con Estados Unidos podrían ser uno de los temas centrales para el nuevo gobierno y la definición de lo que será su política exterior.
Inicialmente Trump había prometido construir un muro entre Estados Unidos y la nación Azteca, el cual sería pagado por los mexicanos, pero ese proyecto sólo ha quedado en el discurso. La relación de éste con su par mexicano, Enrique Peña Nieto, estuvo marcada por distanciamientos y dimes y diretes, pero sin aparentes confrontaciones. Sin embargo, se espera que esto cambie.
Durante la publicación de un tuit para felicitar a Andrés Manuel López Obrador, Trump aseguró que espera con “ansias trabajar con él. ¡Hay mucho por hacer para beneficiar tanto a los Estados Unidos como a México!”.
Pero conociendo su posición imperialista y de extrema derecha, no es insensato pensar que Trump estará muy alerta frente a las políticas socialistas que impulse AMLO. México y Cuba serán, ahora, sus vecinos socialistas más cercanos y esto no será ajeno para la política exterior norteamericana.
Trump es un férreo crítico del socialismo y de los gobiernos totalitarios que se comienzan a erigir en la región. Se recuerda que durante una reunión que sostuvo el año pasado con su entonces homólogo español, Mariano Rajoy, señaló, refiriéndose a la crisis venezolana, que “donde hay socialismo hay pobreza”.
AMLO dice no apuesta a construir una dictadura
El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció durante su primer discurso que su nuevo proyecto de nación buscará establecer una auténtica democracia y dejó claro que “no apostamos a construir una dictadura abierta ni encubierta. Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden legal establecido”. Además, el dirigente socialista mexicano aseguró que “habrá libertad empresarial; libertad de expresión, de asociación y de creencias; se garantizarán todas las libertades individuales y sociales, así como los derechos ciudadanos y políticos consagrados en nuestra Constitución”.