Por Nelson Encarnación
La contundente victoria obtenida por Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del pasado domingo no sólo es un triunfo de la verdad sobre la mentira, la manipulación y el fraude que han signado la historia comicial de México, sino una demostración de que nada se impone sobre la persistencia, la determinación y el ahínco.
Durante tres elecciones seguidas, el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) afanó para conquistar la Presidencia de la República, dos de las cuales perdió gracias al fraude y al trinquete a los cuales fueron acostumbrados los mexicanos por los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), supuestamente adversarios pero de conductas delictivas similares.
El ahora presidente electo de México pudo saltarse esos obstáculos anteriores y alzarse con un triunfo que pone en evidencia la importancia de no entregarse ante el primer revés sino utilizarlo como garrocha para avanzar.
El talante batallador de AMLO encontró en millones de mexicanos el soporte para volar por sobre las más duras adversidades que le troncharon el camino hasta el pasado domingo, a pesar de que los más beneficiados con el torbellino corruptor de la política del país azteca, es decir, grandes empresarios y políticos tradicionales, quisieron nueva vez sembrarle el desaliento.
La determinación de López Obrador puede encontrar semejanza en Lula da Silva en Brasil, y en Danilo Medina en la República Dominicana. Lula perdió tres elecciones, y cada derrota la usó como una experiencia fructífera hasta alcanzar la Presidencia y luego obtener la reelección.
En la coyuntura actual, y como aún está por verse si puede sobrevivir a la conspiración de los sectores recalcitrantes que lo han conducido a la prisión, el líder del Partido de los Trabajadores estaba llamado a volver al poder en las elecciones de este año.
La historia de Danilo guarda alguna similitud con la de AMLO y la de Lula. El actual presidente dominicano perdió unos comicios nacionales (2000), perdió las internas del Partido de la Liberación Dominicana (2007) pero persistió hasta alcanzar su meta en 2012 y lograr la reelección en 2016.
Esto vale para los políticos que consideran que deben salir airosos en la primera prueba y si no lo logran terminan en un estado de frustración que les hace desistir.
López Obrador abandonó el PRI en su momento para fundar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), organización que también fue víctima de un fraude. Ganó la jefatura del gobierno de Ciudad México, le armaron un trompo y lo juzgaron, dejándole casi aniquilado.
Víctima de otro fraude en 2006, abandonó el PRD para fundar Morena, partido con el cual acaba de obtener la Presidencia, su objetivo para transformar a México