El domingo de sumó Colombia a uno docena de países, casi una tercera parte de la región, que tendrá una mujer de vicepresidenta
BOGOTÁ. La elección este domingo de Marta Lucía Ramírez como vicepresidenta de Colombia y el reciente nombramiento en el mismo cargo de Delcy Rodríguez en Venezuela reafirman a las mujeres como la “mano derecha” del poder en Latinoamérica, una región donde la presencia femenina en la política ha venido al alza.
Sumando a Colombia, una decena de países, casi una tercera parte de Latinoamérica, tendrá una mujer en la Vicepresidencia, incluyendo Argentina, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, en un año en el que la región quedó “huérfana” de presidentas tras el fin del mandato de Michelle Bachelet en Chile.
La conservadora Marta Lucía Ramírez se convirtió el domingo en la primera mujer en ser elegida vicepresidenta de Colombia, como compañera del uribista Iván Duque, en una fórmula que aglutinó a su alrededor a las fuerzas de la derecha.
Ramírez, abogada de 63 años y que ya había aspirado a la Presidencia del país, es considerada como una mujer de armas tomar al haber sido hasta ahora la única en ocupar el cargo de ministra de Defensa en un país donde las Fuerzas Armadas son una institución de gran peso en la vida política.
(arriba, i-d) la dominicana Margarita Cedeño, la uruguaya Lucía Topolansky, la colombiana Marta Lucía Ramírez, la costarricense Epsy Campbell, la peruana Mercedez Araoz y la María Alejandra Vicuña.
Una amplia trayectoria también tiene la venezolana Delcy Rodríguez, nombrada vicepresidenta la semana pasada, en el marco de una reforma ministerial, y a quien el mandatario Nicolás Maduro calificó como una “joven mujer, valiente, aguerrida, hija de mártir, revolucionaria”.
Rodríguez, que se desempeñaba como presidenta de la oficialista Asamblea Nacional Constituyente (ANC), ya había sido canciller y ministra durante la Administración de Maduro.
Costa Rica sentó un gran precedente al elegir a Epsy Campbell, quien se convirtió en mayo pasado en la primera mujer afrodescendiente que llega a la Vicepresidencia de un país de América continental y en dirigir las relaciones exteriores de su país.
En el último año destacan además Ecuador y Perú, donde las Vicepresidencias fueron ocupadas por mujeres tras escándalos (los dos relacionados con la constructora brasileña Odebrecht) que implicaron a altas esferas del Gobierno.
En enero, la psicóloga clínica María Alejandra Vicuña, de 40 años, asumió como “mano derecha” del presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, en reemplazo de Jorge Glas, quien fue a prisión por su vinculación al escándalo de sobornos de Odebrecht.
Y en Perú, Mercedez Araoz, que se desempeñaba además como jefe del consejo de ministros, quedó como la única vicepresidenta del país, tras la renuncia del mandatario Pedro Pablo Kuczynski en marzo pasado, también por el caso Odebrecht y que llevó al entonces primer vicepresidente, Martín Vizcarra, a la jefatura de Estado.
Otro nombramiento rodeado de polémica fue el de la exmagistrada Alicia Pucheta, quien en mayo se convirtió en la primera mujer en ocupar la Vicepresidencia de Paraguay,al ser designada tras la renuncia de Juan Afara, y que puede llegar a la Presidencia si se avala la renuncia de Horacio Cartes antes de finalizar su mandato, en agosto, para jurar como senador.
Arriba, la vicepresidentas de Nicaragua Rosario Murillo, y la de Venezuela, Delcy Rodriguez. Abajo, Isabel De Saint Malo, de Panamá, y de Argentina, Gabriela Michetti.
Ellas se suman a mujeres más veteranas en el cargo como la dominicana Margarita Cedeño y la uruguaya Lucía Topolansky, que tienen en común haber sido además primeras damas de su país.
Topolansky, una exguerrillera de 73 años del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), se convirtió en septiembre de 2017 en la primera vicepresidenta que ha tenido Uruguay tras haber sido primera dama en el mandato de José Mujica (2010-2015) Y la abogada Margarita Cedeño, de 53 años, asumió a finales de 2012 como vicepresidenta dominicana también tras ocho años de primera dama, una posición desde la que gracias a los programas de asistencia social se convirtió en la figura más popular del Gobierno de su esposo, Leonel Fernández.
En Argentina, el conservador Mauricio Macri llegó a la Presidencia en diciembre de 2015 de la mano de Gabriela Michetti, que también preside el Senado y cuya labor se ha destacado en la atracción de inversiones y en fortalecer los vínculos económicos con otras naciones.
Michetti, que comenzó a trabajar en la función pública a finales de la década de 1980 y quedó parapléjica en un accidente en 1994, se ha mostrado también comprometida con las personas con discapacidad en Argentina.
En el lado centroamericano, además de Costa Rica, hay dos casos más: Panamá y Nicaragua.
Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, no solamente es la mujer más influyente de Nicaragua, sino que también se convirtió, tras los controvertidos comicios de 2016, en la vicepresidenta del país, sumido actualmente en una crisis que deja cerca de 200 muertos.
Desde que en 2007 asumió como primera dama, Murillo, de 66 años, acumuló un poder excepcional, que no solamente le permitió ser la única portavoz del Gobierno de su esposo sino también dar órdenes.
Y en Panamá, Isabel De Saint Malo, de 49 años, además de ser la vicepresidenta es también la canciller desde mediados de 2014, con el Gobierno de Juan Carlos Varela.
Como canciller y vicepresidenta, ha abordado temas como la extradición del expresidente Ricardo Martinelli, las crisis en Venezuela y Nicaragua y el escándalo de los papeles de Panamá.
“Como dijo García Márquez ‘Realmente el poder de las mujeres es el que mueve al mundo’”, dijo hoy a Efe Saúl Pineda Hoyos, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas (Cepec) de la Universidad del Rosario de Bogotá, al reafirmar que este auge se debe en la mayoría de los casos a los méritos y capacidades de las mujeres. EFE/Diana Marcela Tinjacá