Al día siguiente de los bombardeos occidentales contra presuntas instalaciones de armas químicas en Siria, Corea del Norte, amigo de Damasco desde hace tiempo, celebró un espectáculo de danza en honor a su fundador, Kim Il Sung. Ni palabra del ataque.
Los medios de comunicación oficiales se abstuvieron de hacer comentarios hasta el martes, tres días después del ataque de Estados Unidos, Francia y Reino Unido. En un apunte en la última página, el periódico Rodong Sinmun reprochó a Washington haber usado el «antiterrorismo como excusa» para esta operación.
Esta reacción contrasta con la retórica de hace un año, cuando el presidente estadounidense Donald Trump ordenó atacar Siria en represalia a un ataque químico. Pyongyang condenó entonces «un acto de agresión intolerable» que demuestra «más de un millón de veces» la legitimidad de su programa nuclear.
Hace un año la tensión era máxima por una serie de disparos de misiles norcoreanos. Y los bombardeos a Siria se interpretaron como una advertencia a Pyongyang.
Pero hoy, en un contexto de acercamiento con el Sur, Corea del Norte prefiere evitar la controversia, explican los expertos.
El dirigente norcoreano Kim Jong Un celebrará una cumbre con el presidente surcoreano Moon Jae-in la próxima semana y más tarde prevé reunirse con Trump.
Desde hace más de un mes, la agencia oficial KCNA no menciona la capacidad nuclear del país. Al contrario de lo que acostumbra a hacer, también dejó de lado la retórica de condena a los ejercicios militares anuales entre Seúl y Washington.
Los periodistas extranjeros en el Norte tienen prohibido abordar las relaciones entre Pyongyang, Washington y Seúl, y tampoco pueden mencionar los programas militares norcoreanos, normalmente fuente de orgullo nacional.
«Concesiones»
«Por el momento el Norte no querrá hacer declaraciones que provoquen a Estados Unidos», comenta Kim Hyun-wook, profesor de la Academia diplomática nacional de Corea del Sur.
Pyongyang «quiere poner difícil a Estados Unidos renunciar al diálogo y retomar su línea dura de sanciones y de opciones militares», añade. Una querella diplomática sobre Siria podría complicar las negociaciones para fijar el lugar, fecha y agenda de una cumbre.
Según Andrei Lankov, de Korea Risk Group, no hay que olvidarse de la opinión pública norcoreana: «Pyongyang hará concesiones a Estados Unidos en un futuro próximo» y «si recordamos constantemente a los norcoreanos el carácter maléfico de los imperialistas estadounidenses será más difícil justificar estas concesiones».
Las relaciones entre Pyongyang y Damasco vienen de lejos. Ambos se apoyan mutuamente.
El Partido de los Trabajadores, en el poder en Corea del Norte, transmitió recientemente a su homólogo en Siria un mensaje de felicitaciones, en el que se declara «muy feliz» de que bajo el mandato de Bashar al Asad «el ejército y el pueblo sirios hayan conseguido grandes logros en el combate para proteger la dignidad y la integridad territorial del país».
El presidente sirio fue uno de los dos únicos jefes de Estado extranjeros en enviar flores al festival Kimilsungia que se celebra actualmente en Pyongyang, en al marco de los festejos por el aniversario del nacimiento de Kim Il Sung.
– Orquídeas malvas –
Occidente acusa a Siria y a Corea del Norte de usar armas químicas. A Pyongyang por el asesinato de Kim Jong Nam, hermanastro de Kim Jong Un, en 2017 en Malasia con una sustancia neurotóxica.
Los dos países cooperan en el ámbito militar. Expertos de la ONU encontraron indicios de una contribución norcoreana al desarrollo del programa de armas químicas sirio.
Los últimos bombardeos occidentales reforzarán la idea de Corea del Norte -según los analistas- de que necesita la bomba atómica para poder defenderse de Estados Unidos.
Pyongyang se basa en el destino reservado al expresidente Sadam Husein en Irak (al igual que él, incluido en el ‘eje del mal’ por el expresidente estadounidense George W. Bush) y al líder libio Muamar Gadafi, quien renunció voluntariamente a su programa nuclear.
Una coalición encabezada por Estados Unidos invadió Irak y Sadam Husein fue ahorcado. Gadafi fue derrocado y murió en una revuelta apoyada por la OTAN.
«Desde el punto de vista norcoreano, Washington siempre puede lanzar un ataque si algo le disgusta», afirma Koh Yu-hwan, profesor de la universidad Dongguk. «Razón de más para que el Norte se oponga a la ‘desnuclearización primero'»,