La contaminación lumínica se ha convertido en una amenaza para el trabajo de los observatorios astronómicos instalados en el desierto de Atacama, en el norte de Chile.
En la última década, ciudades cercanas como Antofagasta, Coquimbo o La Serena, han incrementado el uso de la tecnología LED para iluminar viviendas y calles.
Los halos de luz se perciben fácilmente desde observatorios ubicados en un radio menor a los 150 km.
Aunque la calidad de los cielos aún es buena, el norte chileno está entrando en “una zona de riesgo” por la contaminación que podría amenazar la profunda oscuridad nocturna que requieren los telescopios de los observatorios durante sus estudios.
Al crecimiento de las ciudades, se suman las enormes infraestructuras creadas para la extracción de cobre y la construcción de nuevas carreteras con fuentes lumínicas en medio del desierto de Atacama.
El deterioro de los cielos creció hasta un 30% más que a finales de la década pasada, según la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile.
Expertos del observatorio Tololo señalan que para los nuevos proyectos de electricidad, es necesaria una planificación que incluya una mayor educación sobre el uso de luz sustentable de la población, el uso de luces “más cálidas” y menos contaminantes y evitar dirigirlas hacia el cielo.
Atacama, el desierto más árido del mundo, acoge los más avanzados y complejos observatorios que aprovechan los cielos más limpios de la Tierra para estudiar el universo y buscar vida más allá de nuestro sistema solar.
Se proyecta que el 70% de la infraestructura astronómica del mundo se concentre en este lugar para 2020.