Roger Federer jugará la final del Abierto de Australia con 36 años y 137 días. En total, lleva 30 de Grand Slam. El año pasado, entre él y Nadal se repartieron los cuatro grandes. En 2016, cuando los dos sufrieron un apagón motivado por las lesiones, Djokovic (Australia y Roland Garros) y Murray (Wimbledon) tomaron el mando y se dieron palos por el número uno hasta quedar destrozados en el curso 2017. Desde que el suizo ganara su primer major, en Wimbledon 2003, todos han caído en sus manos (19), y las de Nadal (16), Djokovic (12), Murray (3) y Wawrinka (3). Sólo Gaudio, Safin, Roddick, Del Potro y Cilic han conseguido arrebatarles uno cada uno. En el ranking ATP, desde principios del 2004 sólo el suizo, el español, el serbio y el británico han estado arriba. Hay estabilidad. Época dorada. Leyendas.
Frente a ello, en el circuito femenino el panorama es distinto. Este sábado se jugarán el título y el número uno Simona Halep y Caroline Wozniacki. Para las dos sería su primer Grand Slam. La rumana manda en la tabla y la danesa ya reinó en 2010. En el mismo periodo que los hombres (2004-2018) han sido números uno Mauresmo, Davenport, Sharapova, Clijsters, Henin, Ivanovic, Jankovic, Serena, Safina, Azarenka, Kerber, Pliskova, Muguruza y las dos citadas. En total, 15 jugadoras y 37 relevos entre ellas. Sólo Serena Williams, con sus intermitencias, ha dominado en los torneos. Pero ninguna jugadora ha sido capaz de hacerle sombra y montar una verdadera rivalidad. Hay quien puede ver en ello más atractivo, el campo más abierto. Discrepo. Y, por cierto, Serena no durará mucho. Hay un hueco por llenar.