Una vez más, Maria Sharapova se ha quedado a medias en el intento de volver por sus fueros y convertirse otra vez en la gran jugadora que fue antes de ser sancionada por dopaje. Había dado buenas sensaciones en este Abierto de Australia, pero su bajo ranking (48) la ha obligado a enfrentarse pronto con jugadoras top.
En segunda ronda pudo con la letona Anastasija Sevastova, que la había eliminado el año pasado en el US Open, pero no ha conseguido superar a la mejor Angelique Kerber que se ha visto en mucho tiempo, cada vez más cerca del juego que la hizo número uno del mundo. La alemana ha frenado en seco los sueños de gloria de la rusa: 6-1 y 6-3 en 64 minutos.
Con solo siete errores no forzados, Kerber volvió a ser esa máquina de precisión y seguridad desde el fondo de la pista que fue prácticamente infranqueable para sus rivales hasta que en Wimbledon Garbiñe Muguruza traspasó el muro y después, en Nueva York, perdió el trono. Ahora está de nuevo en forma y es seria candidata al título en Melbourne. Sharapova, cuyo bagaje desde su regreso se reduce al trofeo de Tianjin a finales de 2017, tendrá que seguir intentándolo desde abajo. Virtualmente sube al puesto 41, pero Naomi Osaka podría adelantarla. Fue la invitada de honor en el sorteo de los cuadros, en ausencia de la vigente campeona, Serena Williams, con la excusa de que ella lo había sido en 2008. El negocio que rodea al tenis busca deseperadamente su redención.