Carlos Moyá (Palma de Mallorca, 17 de agosto de 1976) vive su primera temporada como entrenador principal de Rafa Nadal, tras la marcha de su tío Toni. Compagina como puede esta labor con su vida familiar y en el Abierto de Australia ve a su discípulo «mejor de lo que pensaba».
¿Cómo se está sintiendo en su primer gran torneo como máximo responsable técnico de Rafa Nadal?
En primer lugar, no me considero máximo responsable, eso le corresponde al propio Rafa. Lugo, todo el equipo tiene responsabilidad a partes iguales, cada uno en su parcela. Está todo bastante repartido en un grupo amplio y válido como el que tenemos. No siento esa parte de responsabilidad que la gente puede pensar que tengo.
¿En su planificación ha cambiado algo?
Antes todo era consensuado y hablado con Toni Nadal, obviamente. En el aspecto técnico y tenístico había dos visiones, casi siempre muy parecidas, y ahora es más la mía. Ya no está él para poder hablar las cosas, pero está Carlos Costa (el mánager) que es exjugador profesional y también me ayuda en esa idea que lo que creemos que puede ser Rafa.
Usted ha ido intruduciendo sus ideas durante el último año. ¿En qué punto de desarrollo están ahora?
La idea de lo que queremos no se ha hace de la noche a la mañana, queríamos un Rafa más agresivo, con un mejor segundo saque… y lo que se hace es intentar darle continuidad a eso con pequeñas evoluciones cada cierto tiempo. La rodilla no nos dejó trabajar mucho a finales del año pasado, pero él está jugando bien y con una confianza muy buena por el gran 2017 que hizo.
En su despedida, Toni contó en AS que pensaba que Rafael tenía que intentar acortar los puntos, pero a veces le van los intercambios. ¿Cómo se logra un buen balance entre esos dos estilos?
Se puede mejorar y él está abierto a todo esto. Es consciente de que los años y las lesiones hacen que el punto tenga que ser un poco más corto dentro de un orden y un control. Nunca va a ser un superpegador que desde el resto intente ganar los puntos. Pero desde el año pasado creo que han sido más cortos para él, y en cuanto el tiempo que pasa en pista, la media fue corta. Mi visión es que está siendo agresivo, pero hay que ser conscientes de que no va a ser un Raonic o alguien así.
¿Cómo está él físicamente?
A principios de año y después de unas semanas sin competir está bien, mejor de lo que yo pensaba. Había dudas, más por parte de él, sobre cómo empezaría el año, pero yo sabía que no es necesario ir a torneos anteriores y merece más la pena haber llegado aquí fresco, sobre todo mentalmente. Eso lo hemos conseguido. Hemos sacrificado jugar partidos porque pensábamos que podía perjudicarle en temas de salud y priorizamos eso. Ha empezado bien, se le ha quitado el miedo de llevar tiempo sin competir y se ha dado cuenta de que puede jugar a un gran nivel sin tener ritmo de competición.
De tenis se le ve bien, de hecho Leo Mayer dijo que le había visto «mucho mejor» que cuando se enfrentaron en el US Open…
Sí, es verdad que en el US Open las primeras rondas fueron complicadas y ese partido fue un punto de inflexión para él. Ganarlo le hizo soltarse y jugar un gran torneo. Aquí imprimió un ritmo muy bueno desde el inicio y la superioridad fue mayor de lo que reflejó el marcador. Controlar a Mayer no es fácil y Rafa lo supo hacer muy bien.
¿Hasta dónde puede llegar en Melbourne entonces?
No hay matemáticas ni antecedentes en estos casos. Tiene que seguir a ese ritmo y jugar bien, pero los rivales también tienen sus planes y son muy capaces de ganar a cualquiera. Cada torneo es diferente. En el US Open salió bien y siempre que vas con Rafa esperas lo mejor, porque somos conscientes de quién es y de lo que significa, pero siempre con máximo respeto hacia los rivales que tenemos enfrente.
¿Cómo compagina su faceta de entrenador con su incipiente vida familiar (casado con Carolina Cerezuela, tiene tres hijos: Carla (7 años), Carlos (4) y Daniela (3))?
Bien, tengo una mujer que me entiende y le encanta lo que hago, y unos niños que te van demandando más, pero es lo que toca ahora y lo entienden más o menos. En el calendario que voy a hacer hay un buen balance entre poder ayudar a Rafa y que mi vida familiar no se resienta.
¿Qué tal está siendo su relación con Nadal?
Hay tiempo para todo. A ciertas horas soy entrenador y nunca dejo de ser amigo, pero está claro que hay momentos de más exigencia, más tensión, más roce… y otros más relajados. Sabemos diferenciar muy bien las cosas. Él es muy respetuoso con su familia, con sus amigos, con el equipo… y hace que todo sea mucho más sencillo.