Decidido a no delatarse tras cometer un asesinato, un chino emprendió nueva vida como afásico y lo hizo tan bien que sus cuerdas vocales se atrofiaron: su confesión tuvo que hacerla por escrito.
Fuente

Decidido a no delatarse tras cometer un asesinato, un chino emprendió nueva vida como afásico y lo hizo tan bien que sus cuerdas vocales se atrofiaron: su confesión tuvo que hacerla por escrito.
Fuente