Goffin cerró su año mágico en Lille. Los dos últimos torneos que ha disputado han ratificado su nivel. En el Masters de Londres derrotó a Nadal y a Federer, en la final de la Davis ganó sus dos partidos y forzó el quinto choque, el decisivo. El belga acabó con Tsonga, no hubo presión para él, sí para el francés… que se descalabró tras un primer set en el que sólo le faltó la definición. Tuvo seis bolas de break, no sumó ninguna y se fue desquiciando. Justo lo contrario le ocurrió a Goffin, que resistió esos envites y se creció. Acabó ganando con contundencia, con las manos en la cabeza y emocionado. Dejó todo en manos de Pouille y Darcis.
El primer set fue sinónimo de igualdad, pero sólo en el servicio de Goffin. Tsonga se lió a raquetazos, por encima de los 200 km/h, y con un 75% de primeros saques poca opción dio al belga. Goffin sufrió, y mucho. Le costó ir sumando puntos al servicio. Tsonga contestaba siempre con golpes duros y debía moverle para seguir con vida. Lo consiguió, destacando el octavo juego, donde levantó cuatro bolas de break y el decimosegundo, que evitó perder el set. Ahí se creció, presionó a Tsonga en el tie-break y cuando dispuso de la bola de break, Tsonga se vio atacado por los nervios. Doble falta, en el peor momento. Goffin tomaba ventaja.
Tras 74 minutos de partido el físico pasó a ser clave. Tsonga pidió la asistencia del físio de su selección. No evidenció problemas, pero su saque no volvió a ser el mismo. Goffin, que mantuvo nervios de acero en la primera manga, jugó con la ansiedad del francés. Atacó la red en el sexto juego del set, logró el break y Tsonga se vino abajo. Encarriló cómodo el partido Goffin, que movía de lado al francés y mostraba su mejor tenis. En el último la historia se repitió. Tsonga estaba atenazado por los nervios, fallaba demasiado y cedió dos breaks. La cabeza de Goffin ganó a la de Tsonga, la gloría quedaba para el quinto partido.