Baby Federer se convierte por fin en Grigor Dimitrov

Grigor Dimitrov se hizo mayor en Londres. Tras una semana increíble, en la que en la fase de grupos mostró al mundo su tenis talentoso y explosivo, firmó el título más importante de su carrera tras una final descomunal frente a David Goffin (7-5, 4-6 y 6-3). No fue él quien se llevó los titulares por haber derrotado a Nadal y haber impedido que Federer disputase la final. Sin embargo, encontró el favor del público en todo momento. La gente lleva mucho tiempo esperándole. Y parece que por fin ha encontrado la fórmula de la mano del joven técnico venezolano Daniel Vallverdú.

Dimitrov no es ningún desconocido para los aficionados al tenis. La eterna promesa de los últimos años ha sufrido muchos altibajos por su propia facilidad para el juego y para enredarse en lo que no tocaba, incluida su mediática relación con Maria Sharapova. A los jugones siempre les cuesta más centrarse y adquirir las rutinas de trabajo que se requieren para ascender a la cima. Todo les llega más fácil y muchas veces su genialidad basta para salir de numerosos atolladeros. Pero no de todos… El peso de la comparación permanente con Federer y la alargada sombra de la dualidad Nadal-Federer y Nadal-Djokovic tampoco le ayudó.

Ahora su tenis es mucho más completo y consistente. Sus ataques son más efectivos, sus defensas más poderosas y tiene más entrenada la mente para resistir a la presión de los momentos importantes y al sufrimiento. Su facilidad y su genialidad siguen intactas, pero con menos carga de trabajo. Dimitrov ya sabe lo que es ganar un Masters 1000 y coronarse maestro. Pero aún está en el camino. Conviene que lo siga entendiendo bien porque el camino cerca de la cima (ya es nº 3 de la ATP) es aún más duro y complicado.

En 2018 volverán Wawrinka, Murray, Djokovic, Raonic, Nishikori… Del Potro alcanzará velocidad de crucero y los Zverev, Thiem, Goffin y compañía seguirán empujando con todas sus fuerzas. Y todo apunta a que Federer y Nadal seguirán en la pomada mientras las lesiones lo permitan. ¡Ser top ten va a estar carísimo!

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