El número uno más abierto

Garbiñe Muguruza ha sido nombrada la mejor tenista del año por la WTA. Sus victorias en Wimbledon (su segundo Grand Slam) y en Cincinnati y sus cuatro semanas al frente del ranking mundial han sumado razones suficientes para la concesión del premio. Otra cosa distinta será lo que dicten los puntos al final de la temporada, dentro de una semana en Singapur. Este domingo comienzan las WTA Finals, el Masters de toda la vida, y hasta siete de sus ocho participantes tienen posibilidades matemáticas de alzarse con el número uno: Halep, Pliskova, Svitolina, Venus, Wozniacki, Ostapenko y, por supuesto, la hispano-venezolana. Sólo se queda fuera de las cábalas Caroline Garcia, la jugadora más en forma del momento, que a pesar de todo partirá con altas opciones de conquistar el torneo de las maestras.

Esto demuestra la enorme igualdad que impera en el circuito femenino. También la enorme irregularidad de sus figuras. Muguruza ha mejorado mucho este año en este sentido, pero aún sufre más altibajos de los aconsejables. En su primer partido debuta ante Ostapenko: la campeona de Wimbledon contra la campeona de Roland Garros. Nadie dijo que fuera fácil. En la evolución de la letona también hay un buen trozo español: su preparadora es Anabel Medina, la flamante capitana de la Fed Cup. Garbiñe posee calidad para doblegar a cualquiera de las otras siete aspirantes, de hecho ya ha ganado a todas alguna vez, aunque aún tenga balance negativo con tres de ellas: Pliskova, Svitolina y Venus. Muguruza ya es la mejor de 2017, pero todavía le queda un doble reto: el título de maestra y el número uno final.

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