La esperanza francesa del tenis se apellida Garcia y es nieta de españoles. Caroline, que este lunes cumplirá 24 años, ganó de forma consecutiva en Wuhan y en Pekín, lo que le ha servido para ser nombrada jugadora del mes en el circuito, para meterse en su primer WTA Finals y para entrar en el top-10, donde no había una francesa desde 2013 (Marion Bartoli).
Una tenista que despuntó desde categorías inferiores, siendo campeona de su país con 18 años y habitual en las rondas finales de los Grand Slam júnior. Su progresión en las últimas temporadas ha sido significativa, sobre todo desde 2014, el punto de inflexión en su trayectoria, cuando conquistó en Bogotá el primero de los cinco torneos que acumula en su palmarés. Allí también venció en dobles (junto a la española Aruabarrena), una disciplina en la que ha brillado junto a su compatriota (y la otra referencia del tenis femenino francés), Kristina Mladenovic. Una pareja que se disolvió: ambas querían centrarse en su trayectoria en individuales.
Y es que la carrera de Garcia, a quien desde joven se le tachó de carácter complicado, y a la que entrena su padre, Louis Paul Garcia, no ha estado exenta de polémicas. La última, con gran repercusión en Francia, fue su renuncia esta temporada a la Fed Cup. Tras sus últimos éxitos, Mary Pierce, vicecapitana del equipo de Francia, pidió su regreso: «Ganar la Fed Cup sin Caroline es imposible».