El gobierno está convencido de que tiene al pueblo dominicano amarrado por “las cuatro patas” (Ejecutivo, Congreso, Justicia y Prensa) razón por la cual no importa lo que diga o haga, nada ocurrirá porque el clientelismo y el existencialismo que ha impuesto no lo permitirá.
Con una desfachatez insólita los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana se burlan del pueblo con insultos, mentiras, promesas que nunca cumplen y declaraciones que atentan contra la inteligencia ajena de manera descarada.
Están convencidos de que “el mal comido no piensa”, -la mayoría- y que por lo tanto, pueden seguir engañándonos sin consecuencia, porque al fin y al cabo no somos más que unos tarados, estúpidos, irracionales, tontos, ineptos, burros, asnos, pendejos, sosos, brutos, acéfalos, descerebrados, cretinos, mentecatos, incapaces de discernir entre lo negro y lo blanco, entre una mentira y una verdad, entre la fidelidad y la infidelidad, entre lo bueno y lo malo, entre Caperucita y el Lobo feroz.
Para el PLD y sus gobiernos los dominicanos no somos más que un montón de imbéciles; porquerías humanas, desechos lanzados al vertedero de Duquesa donde los buzos de la miseria y el hambre aguardan como buitres los desperdicios de su abundancia.
La decisión del Ministerio Público en el caso de los sobornos por 3.5 millones de dólares de la empresa brasileña Embraer fabricante de los aviones Súper Tucano que el gobierno del PLD que encabezó Leonel Fernández compró, sobrevaluados, por más de 90 millones de dólares en el 2010, es una tomadura de pelo que ha debido provocar la reacción airada de los partidos de oposición y de la llamada sociedad civil.
Someter a la justicia a un ex ministro de las Fuerzas Armadas, a un coronel y dos o tres “saltapatrás”, dejando fuera a los políticos, funcionarios y congresistas, es el colmo de la vagabundería y la falta de respeto a los ciudadanos que aún quedan con dos dedos de frente.
El Ministerio Público -que jamás tuvo en peores manos- somete a los fabricante de los Tucanos pero no hace lo mismo con Odebrecht que admitió sobornar a medio gobierno y más de medio Congreso por 92 millones de dólares, que violó leyes que le impiden trabajar y cobrar en el país.
Odebrecht representa el escándalo de corrupción por miles de millones de dólares más grande de la historia. Sin embargo el gobierno, a pesar de las exigencias extranjeras y locales, hace esfuerzos por ignorarlo porque involucra no solo al Congreso, sino al presidente de la República cuyas campañas electorales, ya nadie lo duda, fueron financiadas por esa empresa que hasta contrató al jefe de campaña a quien Danilo Medina le agradeció su trabajo durante un discurso a la nación.
Por esas razones el caso Odebrecht jamás “llegará hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga” porque “las vacas sagradas” en el pasto de la corrupción son muy sagradas.
Una cosa está clara: Mientras el PLD tenga el poder corrompiéndolo absolutamente todo, no habrá justicia. Mientras ese partido tenga el poder político, económico y social, la corrupción y la impunidad seguirán de la mano en todas las áreas, no solo en las mafias de los combustibles y los juegos de azar.
El Movimiento Verde, la sociedad civil, y los partidos que dicen –solo dicen- ser de oposición, tienen que entender que con declaraciones de prensa y marchas pacíficas y ordenadas no terminarán con la corrupción y la impunidad; para lograr ese objetivo es imperativo, ¡óiganlo bien!, sacar al PLD del poder.
Y eso no es posible con un pueblo idiotizado por el clientelismo y el paternalismo, y una oposición color rosa que parece tener más miedo que vergüenza.