Garbiñe Muguruza ya es virtual número uno del tenis. En la Louis Armstrong, las notas que salieron de la raqueta de la española fueron de rock duro. Puro fuego bajo el sol para pasar por encima de Magdalena Rybarikova por 6-1 y 6-1 en 1h:01. Ahora sí, la española de 23 años tiene las cosas claras. Tiene capacidad para mandar en el tenis. Y ha encontrado el camino. Se ha bajado del tiovivo en el que vivía.
De este modo, la campeona de Wimbledon pisa los octavos de final, que serán de riesgo porque se medirá a Petra Kvitova (otra campeona en el All England) y se asegura 6.030 puntos. Simona Halep, ya eliminada, queda descartada de la lucha por el cetro de la WTA. La actual reina, Karolina Pliskova, que hoy se enfrenta a Shuai Zhang, está obligada ya a jugar la final para superar a Garbiñe. Elena Svitolina, que se cruza con Shelby Rogers, debería alcanzar las semifinales para superarle. El número uno, pues, está bastante enfilado. Y si no cae en Nueva York, donde Garbiñe deslumbra vestida por el cantante Pharrell Williams, será pronto. Sólo Arantxa Sánchez Vicario ha disfrutado de esa posición.
Muguruza, que llegó a la salvaje Gran Manzana con el aval del título en Cincinnati, ha encontrado equilibrio entre el ruido. Gana cuando está bien y cuando flaquea. Hoy salió como un huracán, con tiros afiladísimos, y en 27 minutos y con tres breaks firmó un 6-1 sobre una tenista a la que dominaba 3-2 en el cara a cara y a quien batió en las semifinales de Wimbledon.
En la segunda manga, sólo sufrió un pequeño bache en un primer parcial en el que entregó su saque tras siete duros minutos. No le pesó. Y en el siguiente deshizo el entuerto. Entregó tres juegos a Lepchenko; cuatro a Duan y dos a Rybarikova. Imponente. El número uno está más cerca. Virtualmente, ya es suyo.