Y allá, en la frontera…

MONTECRISTI. Reacciones en torno a los bateyes Juliana, Jaramillo y otras comunidades de línea noroeste: “invasión, ocupación”. Las voces resuenan cual grito de alarma, dejando a su paso un rastro espeso de interrogantes plagados de desconfianza.

Salvo contadas excepciones, no hay una trascendencia de dimensiones justas de su realidad. ¿Cuál realidad? ¿Que hay haitianos? Es cierto. Como los hay desde principios del siglo XX cuando cercados por la pobreza que les acorralaba en su país, huían hacia cualquier esperanza que les brindara el destino, que entonces fue la industria azucarera que se encontraba en expansión.

El estudio sobre Migración y Salud en Zonas Fronterizas, realizado por el Centro Latinoamericano y Caribeño, así lo corrobora: “Con la ocupación militar estadounidense se otorgaron las primeras autorizaciones para el ingreso de trabajadores haitianos por medio de un ‘sistema de contratos regulados’. Muchos de ellos fueron traídos para trabajar en los ingenios azucareros y en las obras de construcción pública impulsadas por autoridades estadounidenses. La migración haitiana tiene una clara motivación económica”.

¿Que hay ilegales? Es cierto. Mas no todos. Una gran mayoría tiene todos sus papeles, otros únicamente sus penurias, sus historias a cuestas, su verdad… y por eso no les importa desafiar la ley. Después de todo, ¿qué más pueden perder?

¿Que eso no lo justifica? Nosotros lo sabemos, las autoridades que custodian la carretera Manuel Aurelio Tavárez Justo, por la que se accede a estos terrenos, lo saben y los empresarios que los contratan también. Es la historia de nunca acabar. La mano de obra haitiana ha estado vinculada a los procesos económicos de industrias del sector construcción y productivo, como es el caso de estos dos bateyes citados. Actualmente se puede estimar que casi el 99% de los que trabajan en las plantaciones de guineo son haitianos.

¿Es un tema para preocuparse? Por supuesto. Es evidente que las leyes migratorias necesitan refuerzos para que se cumplan. Que la frontera necesita un personal que no discrimine a su conveniencia a quién deja cruzar, quién revisa, a quién le concede garantías y excepciones, y a quién no.

¿Han sido los dominicanos que vivían allí desplazados por los haitianos que llegaron? ¿Los haitianos nos invaden? Esta es la historia con la que se encontró un equipo de Diario Libre en una visita a estos lugares durante dos días.

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