Rafa Nadal avanza con prisas en Roland Garros. No está para bromas en la pista, donde no se apiada ni de compatriotas y colegas como Roberto Bautista, que compitió pero no pudo hacer mucho ante la furia desatada del balear. Y si encima el juez de silla le enfada, apaga y vámonos. El portugués Carlos Ramos le señaló un warning, por demorar el saque al principio del primer set, que sentó a cuerno quemado a Nadal. «Entonces me vas a tener que pitar muchos warnings durante el partido. Pítalos, porque no me vas a pitar más«, le dijo. Más tarde le cayó otro. El sufridor de esta ira fue Bautista, que terminó claudicando con resignación: 6-1, 6-2 y 6-2 en una hora y 51 minutos.
Rafa pisa unos cuartos que alcanza por undécima vez en París, empatando en lo alto de la lista de la Era Open (desde 1968) con Roger Federer. Ahí se medirá a Pablo Carreño, que por primera vez alcanza esa ronda tras un partido intensísimo (4h:17) en el que tumbó a Milos Raonic por 4-6, 7-6 (2), 6-7 (6), 6-4 y 8-6. El gijonés necesitó siete bolas de partido (tres tuvo sacando con 5-4) y supo neutralizar el juego de ataque del número seis del mundo (25 aces, 92 golpes ganadores y 84 errores no forzados). Ahora, aparece delante de él el Everest de la tierra: Nadal.
Para que se hagan una idea de la superioridad de don Rafael, no hay más que ver que sacando mal en el primer set (46% de primeros servicios dentro), lo ganó por 6-1 pese a que en algunos momentos Bautista dio sensación incluso de dominio . Cerró el séptimo juego con su undécimo golpe ganador. Bautista intentó jugarle a su revés, pero le faltó algo más de potencia, y ese golpe al de Manacor también le está funcionando. No hay nada que hacer. En la segunda manga, Nadal casi dobló su porcentaje de primeros saques (82%) y con ellos ganó el 93% de los puntos. Se esfumó la única fisura por la que podía entrar Bautista. Y aunque en el tercer volvió a bajar un poco su efectividad, ganó muchos puntos con el segundo servicio, ese que le está dando tanto rédito.
Bautista necesitaba que los intercambios no fueran largos y solo hubo 24 de nueve o más golpes, pero de los 33 de 5 a 8, Nadal ganó 23. Y en los más cortos (0 a 4) también dominó: 52-35. No hay por donde meterle mano, de momento. Lo más grave para el de Castellón fue perder siete veces su saque y que su rival tuviera 18 opciones de break. Pero ese rival es Nadal, un atenuante.