Rafa Nadal ha desatado la locura de los aficionados en Roland Garros este sábado. El español se entrenó entre las 11:00 y las 13:00 en la pista 1 del complejo donde se celebra el Grand Slam parisino de tierra y la coincidencia con el Día de los Niños hizo que las gradas estuvieran totalmente abarrotadas (unas 3.800 personas) para ver practicar al nueve veces campeón del torneo. Ni el fuerte calor (unos 32 grados) bajo el sol abrasador que no perdonaba a nadie, porque no había una sola sombra en esa cancha circular, desanimó a los aficionados, en su mayoría muy jóvenes. Mucha gente se quedó a las puertas.
Al terminar la sesión, con su tío Toni y Carlos Moyá, Nadal, que uso a Lucas Pouille (francés como su rival en primera ronda, Benoit Paire) como sparring de lujo, tuvo que jugar al despiste para abandonar corriendo la pista, porque fuera le esperaba una masa ingente, sin control alguno, en busca de autógrafos y fotos. Le hubiera sido imposible salir al balear entre tanta gente sin que hubiera sido peligroso para él y para los propios fans. Así que Rafa se marchó a la carrera y por otra salida, rumbo a la tribuna de jugadores de la Philippe Chatrier. Poco antes, en la pista, sí que había firmado libros, retratos y pelotas. Fuera no pudo.
Muguruza, con los niños
En esta jornada especial para los más pequeños, con muchas actividades, varios jugadores y jugadoras disputaron partidillos de exhibición y compitieron en concursos de habilidades, entre ellos Alexander Zverev, Dominic Thiem, Christina Mladenovic, Simona Halep y la española Garbiñe Muguruza, que hizo equipo con la rumana y con Svetlana Kuznetsova.