Los miedos de Alonso

Llovía en el aeropuerto de Moscú mientras trataba inútilmente de intentar entender por qué puerta salía mi vuelo a Sochi cuando me encontré con un colega italiano de esos que llevan décadas viajando por el universo de la F1. Hablamos de Alonso. Y de Indianápolis. Claro. Como antes hice con otros mil y con pilotos o expilotos, con campeones que fueron de F1, Indy 500 o rallys. Y algunos, casi todos, me hablaron de una palabra que hace estremecer: miedo. «Me gusta, pero me da miedo. ¿Y si le sale mal?».

No hay nada peor que el miedo. Si la vida es caminar, el miedo lo único que hace es dejarnos en el mismo sitio y quedarte en un mismo lugar solo es retroceder en el tiempo. Pero es norma en el ser humano tener miedo y caminar, si acaso, a pasitos, mirando a un lado y a otro. Solo los valientes caminan dando saltos. Habrá quien les llame inconscientes.

Son los débiles de espíritu los que se quedan en el miedo. ‘Anda que como Button haga un podio en Monaco…’. ‘¿Alonso? Ese es capaz de chocarse en la segunda vuelta y se acabó Indy’. ‘No ha ido nunca, es un novato, a ver si va a acabar de los últimos…’. Frases. Sentencias. Juicios. Normalmente desde lejos y sin haber cruzado palabra con este genio loco astur que solo quiere divertirse y ser feliz en un coche de carreras. Por eso va a Indy 500, a un óvalo con un coche sin apenas agarre a volar a 400 km/h. Por esa razón. Para caminar a saltos.

Todos creen que Alonso debe tener miedo, a un accidente, al fracaso, a que le vaya bien a su escudería en F1… Así somos, así de débiles y miedosos. Por eso seguimos en un trabajo que no nos gusta durante años y años sin atrevernos si quiera a decirle a un superior que algo no va bien, preferimos la queja al riesgo, el miedo a respirar. Porque eso es lo que hace el miedo, no nos deja respirar, dejarnos en el sitio. Paralizados. Y por eso Alonso se arriesga porque quiere seguir avanzando. Deprisa, deprisa. Sin miedo. ¿Y si le sale bien? Mientras llego a Sochi de madrugada. Mañana saldrá el sol. Otra vez.

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