BRASIL.-La corrupción en Brasil campeó en las elecciones, en toda la cosa pública y hasta en el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos de Río 2016, según los explosivos testimonios prestados a la justicia por antiguos directivos del grupo Odebrecht.
Esas declaraciones fueron volcadas en un disco duro de 1 terabyte entregado a los medios por la Corte Suprema, con un millar de vídeos en que los exdirectivos de Odebrecht relatan durante más de 50 horas una auténtica orgía de dinero producto de la corrupción.
Según cálculos del propio Supremo hechos a partir de lo narrado por 77 exdirectivos de la constructora y Emilio Odebrecht, patriarca de la familia, sólo ese grupo distribuyó coimas por un valor cercano a 450 millones de reales (145 millones de dólares).
Ese dinero fue repartido entre los políticos y partidos en el poder, que están en la lista de un centenar de dirigentes que serán investigados por el Supremo o instancias judiciales inferiores.
Los relatos revelan desde financiación ilegal de campañas hasta «favores» en dinero para «retribuir» la obtención de obras públicas o la aprobación de leyes que favorecían los negocios de la empresa.
Entre los citados destaca el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, objeto de buena parte de las confesiones hechas por Marcelo Odebrecht, expresidente del grupo y condenado ya a 19 años de cárcel por el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras.
En sus declaraciones, Odebrecht admite que hubo sobornos en las obras para el Mundial de fútbol que Brasil acogió en 2014 y cita el estadio del Corinthians, construido para ese evento por la empresa por un pedido expreso de Lula, un reconocido hincha de ese club.
También reconoce que la firma se valió de esas prácticas para obtener contratos de obras para los Juegos Olímpicos de Río 2016 y que, para garantizar esos negocios, pagó unos 16 millones de reales (unos 5,2 millones de dólares) en sobornos tan sólo al entonces alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes.
Explosivo también es su testimonio sobre el sistema electoral brasileño y la financiación de campañas, que deja completamente en tela de juicio a la representación política del país.
«No conozco a ningún político en Brasil que haya hecho campaña sin ‘Caja B’. No existe nadie que lo haya hecho», dijo, para apuntar que esa relación ilícita con el poder tenía al menos cuatro décadas y abarcaba los ámbitos federal, regional y municipal.
En ese sentido, Emilio Odebrecht confesó que, en algún momento, llegó a comentar con Lula que «su personal estaba con la boca muy abierta», en relación a los reiterados y excesivos pedidos de dinero que recibía la empresa de políticos del entorno del exmandatario.
Los testimonios comprometen a los cinco expresidentes vivos que tiene el país: José Sarney (1985-1990), Fernando Collor de Mello (1990-1992), Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016).
Asimismo, implican a 14 formaciones políticas, entre las cuales las más salpicadas son el Partido de los Trabajadores (PT), de Lula y Rousseff, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de Cardoso, y el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), del actual mandatario Michel Temer.
Sobre este último, el exdirectivo de Odebrecht Márcio Faria ha declarado que estuvo en una reunión en la que el actual mandatario, en la época vicepresidente, y otros dirigentes del PMDB llegaron a pedir 40 millones de dólares para favorecer contratos del grupo con la estatal Petrobras.
Temer rechazó esa acusación, para reiterar «en forma categórica» a través de una nota oficial que «jamás» negoció apoyo financiero para su partido en forma ilegal.
Lula, al igual que han hecho ya decenas de políticos, también reiteró su «inocencia» y lo hizo en una entrevista concedida hoy a una radio, en la que aseguró que las denuncias «son tan absurdas, inverosímiles e irreales, que no voy a reír ni a llorar».
El exmandatario, que ya responde en cinco causas por supuesta corrupción y será objeto de nuevas investigaciones sobre la base de las declaraciones de Odebrecht, insistió en que todo lo dicho en su contra tiene como único objetivo que no regrese al poder.
«Creo que lo que se esconde detrás de todo esto es encontrar una pulga para evitar que Lula sea candidato en 2018», cuando habrá unas nuevas elecciones presidenciales, declaró.
Sin embargo, pese a su delicada situación judicial, afirmó que está «en la disputa» electoral. «Pueden estar seguros de que voy a pelear para volver, para hacer mucho más, porque ya hice que este país fuera la quinta mayor economía del mundo», afirmó.