El arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria Acosta criticó el afán de lucro, de alcanzar el éxito y de enriquecerse rápido y sin esfuerzo existente en la sociedad, a lo que no escapan políticos y hasta religiosos. Exhortó a emular a Jesucristo, que triunfó tras el sacrificio de la muerte por crucifixión.
“No se puede llegar al éxito, al triunfo aplicando, como se aplica hoy la ley del menor esfuerzo, sin trabajo, sin sacrificio, sin fajarse; llegar a la cumbre sin esfuerzo, eso es lo que se está viviendo hoy”, lamentó el prelado.
Monseñor Ozoria Acosta se expresó en esos términos en la misa que ofició en la Catedral Primada de América, tras encabezar la procesión del Domingo de Ramos, que en el inicio de la Semana Santa, simboliza la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén.
La procesión salió de la iglesia Las Mercedes y recorrió varias calles de la ciudad, entre cánticos y alabanzas de cientos de feligreses. Concluyó en la Catedral, en la calle Arzobispo Meriño.
Refirió que en la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén lo acompañaron los pobres, en especial los niños.
“La lectura de hoy nos enseña cómo Jesús, teniendo todo el poder de Dios se somete humildemente a la obediencia, al sufrimiento, a la pasión y la muerte en la cruz. Se somete a ser nada y por eso, Dios lo levantó de la nada y lo exaltó”, dijo.
Expresó que “el Señor nos enseña a llegar al triunfo a través de la muerte, del sacrificio, de la humillación; ese es el mensaje de este día, Domingo de Ramos”.
Monseñor Ozoria dijo que en la sociedad de hoy se lucha por ser exitoso y buscar el lucro en todos los sentidos: en lo político, social y, hasta en el sentido religioso. “Hay una tendencia a buscar grandeza, a tener éxito, ¡de qué manera se quiere tener éxito¡”.
Agregó que actualmente se quiere tener éxito a través del engaño, de la mentira, pisoteando a los demás.
Afirmó que el verdadero triunfo es el que se logra con esfuerzo, a través del estudio y el trabajo digno.
Citó el peligro que representaría para un enfermo grave que lo atienda un médico, que cuando fue estudiante de medicina se la pasaba de fiesta en fiesta, sin estudiar y que en los exámenes hizo “chivos”, pasó la materia y se graduó.