El Animal despliega su rabia a veces y ruge, aunque sea a kilómetros de su presa real. Por un instante se esperó el milagro, ese pequeño gran triunfo que es capaz de bajar a los campeones de su pedestal en lo más alto de todos los podios, eso que solo puede hacer uno de los más grandes de siempre. Cuando un piloto con un coche dos segundos más lento que los mejores en ese momento hace una vuelta en la que se queda a 1,2 del Mercedes de Hamilton o a medio segundo del Red Bull de Ricciardo, por delante de Pérez o Sainz, apenas a dos décimas del Williams de Massa pues de repente recupera el prestigio, el valor y en la sala de prensa quedan algunos con la boca abierta mirando los monitores sin creerse lo que acababa de hacer Fernando Alonso en la primera tanda de la sesión clasificatoria del GP de China. Fue noveno mientras su compañero, todo un campeón de GP2 como Stoffel Vandoorne, se quedaba fuera a la primera y era casi seis décimas mas lento que el español.
Después no pudo llegar el milagro, Fernando mejoró lo que parecía imposible, pero los demás también, los coches con motor Mercedes pusieron el modo calificación e hicieron visibles eso más de cien caballos que tiene su McLaren de déficit. Lo que no se puede no se puede y además es imposible me contó mi padre que decía El Guerra, figura del toreo de principios del pasado siglo. Finalmente Alonso saldrá decimotercero con un coche que era 15 kilómetros por hora más lento en el speed trap. No pudo hacer más, incluso cuando a veces es capaz de imposibles, solo él puede hacer sentir pequeños a los campeones a pesar de que las victorias le quedan ahora en el territorio de la utopía. En carrera veremos hasta donde le deja llegar su McLaren desde esa posición y si la lluvia le hace bailar.
Es el agua lo que también espera un Carlos Sainz con problemas en su coche que saldrá undécimo, a las puertas de entrar por segunda vez consecutiva en Q3. Esta vez se metió su compañero Daniil Kvyat al que no hay que subestimar, ya que recordemos que el año pasado hizo un podio con Red Bull antes de que lo bajaran. Sin embargo, Sainz sabe que si llueve o hay condiciones cambiantes puede aprovechar su oportunidad y hacer como su mentor e ídolo de juventud: conseguir imposibles y deslumbrar con una gran vuelta, aunque solo sirviera para lanzar un rugido de animal que asusta solo como recordatorio del momento en que vuelva a tener un coche de verdad.