Djokovic toma el parqué de baloncesto del mítico Pionir

La Sala Pionir huele a baloncesto. Es baloncesto. Aunque durante una semana Novak Djokovic y los suyos hayan tomado posesión de ella para jugar los cuartos de final de la Copa Davis frente a una España liderada por Pablo Carreño (19º). Bajo la pista rápida, que no deja botar mucho la bola, se esconde un viejo parqué de madera desgastada. Parqué que ha aguantado varias toneladas de luchas entre pívots. Sobre el que siguen jugando el Partizan, el antiguo equipo del Ejército Yugoslavo, y el Estrella Roja, aunque para sus partidos grandes cambien las 5.800 localidades del viejo pabellón del barrio de Palilula por el moderno Kombank Arena (18.000).

La Pionir no tiene glamour. Tiene historia. Y mucha mugre ya en sus pasillos y sus empinadas gradas en las que las hinchadas aúllan y en las que hasta hace no mucho se podía fumar. «Se está cayendo», bromea Conchita, la capitana. El túnel retráctil de plástico que da acceso desde los vestuarios podría hablar de muchas batallas… Fue construida en 1973, le hace falta muchas manos de pintura y los gatos y las palomas circulan tranquilamente por su interior. «¡Uffff!, Pionir lo es todo para nuestro deporte», resopla un aficionado serbio que se ha acercado a ver cómo va ese codo derecho de Djokovic por el que no jugó en Miami. «Todo OK», dicen escuetos en su equipo.

Con los colores negros del Partizan han partido hacia la NBA más jugadores europeos que de ningún otro equipo: Djordjevic, Danilovic, Paspalj, Drobnjak, Divac, Rebraca, Savovic, Krstic, Pekovic, Perovic… Incluso la Sala se ha rebautizado con el nombre de Aleksandar Nikolic, el padre del baloncesto yugoslavo. Son los mismos colores con los que Djokovic comenzó a jugar, en el Club de Tenis Partizan anexo al estadio de fútbol.

En el vestuario de España, un vinilo con las figuras de Divac, Niolic o Dalipagic les recuerdan dónde han caído. Todavía no se han vendido todas las entradas, Rafa Nadal no está. Pero la Federación Serbia espera una buena entrada con el reclamo de Djokovic. En 2016 ya acogió la primera ronda frente a Kazajistán. El alma del ultracompetitivo espíritu de los deportistas serbios pulula por los pasillos desangelados de la sala Pionir. Donde el mustio Djokovic quiere recuperar su alegría.

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