José Alfredo Espinal
SANTIAGO, República Dominicana.- La libertad de expresión que se pretende vender hoy en día en el país es una caricatura, una estrategia mercadológica de funcionarios y sectores políticos de poder que auspiciados por personas ligadas a los medios de comunicación y de la sociedad civil, imponen su ideología política desfasada para avasallar a quienes no se someten a su régimen.
Hoy más que nunca donde la mano política de muchos de los funcionarios ensucia todo lo que toca, se hace necesario un periodismo responsable y honesto, independientemente de las presiones económicas que desde el poder gobernante le imponen a los que piensan diferente.
Esa mano negra de hombres vestidos de ovejas y de corazones perversos siempre estará latente como servil para promover las peores causas en el pueblo.
No se cansarán de presionar, avasallar y amedrentar a quienes les adversen, como una práctica constante para mantener el control y defender a “raja tabla” sus intereses políticos y económicos de los que cada día se notan más insaciables.
Llegan al lugar del oro y ya quieren deshacerse de sus compañeros para quedarse solos con el botín, porque siempre fueron así, solo que estuvieron bajo la sombra hasta que le llegara su espacio para sacar sus garras.
En el trajinar político dominicano los funcionarios suelen mirar de reojo a los de abajo porque tienen un cargo en el gobierno, andan en yipetas de lujos, cobran salarios lujosos y muchos hacen alardes de su buena vida y de sus amantes.
Pero no se dan cuenta que ninguno de ellos tiene ni tendrá jamás en su vida más bienes, poder político y económico que el rey Salomón. El rey Salomón tuvo que admitir que todo eso que poseía era vanidad de vanidades.
¿Cuándo los funcionarios dominicanos, desde la primera hasta la quinta categoría, se darán cuenta que aquí todo se queda y aquí todo se paga?.
Mientras la mentalidad del político y funcionario dominicano esté sujeta a su capricho político y al interés particular sobre el institucional, en el país nos faltarán muchos años de luz para alcanzar una verdadera democracia y desarrollo social.
No obstante, el dominicano no pierde la fe y la esperanza de que si Trujillo cayó, algún día otros que ejecutan la presión política, la censura y la opresión cobijada de libertad también corran la misma suerte.