Orlando Martinez Howley, periodista de la Revista Ahora y El Nacional. Archivo/El Nacional/Reynaldo Brito 16 Marzo 2005 Contact Paper

Hoy se cumplen 42 años del asesinato de Orlando Martínez

Orlando Martinez Howley, periodista de la Revista Ahora y El Nacional.
Archivo/El Nacional/Reynaldo Brito
16 Marzo 2005
Contact Paper

Un 17 de marzo del año 1975, hace hoy 42 años fue asesinado el periodista Orlando Martínez, hecho ocurrido en el período de los 12 años de gobierno del entonces presidente Joaquín Balaguer.

Versiones en torno al hecho y datos que sobre el caso la justicia pudo aquilatar son coincidentes de que la muerte del periodista, autor de la columna Microscopio, que publicaba en el periódico El Nacional, había sido ordenada desde esferas del poder, debido a las fuertes críticas y las denuncias que de manera cotidiana manifestaba en su espacio contra el régimen de turno.

Orlando Martínez nació en Las Matas de Farfán el 23 de septiembre de 1944. Contaba con apenas 31 años de edad cuando fue asesinado a tiros, la noche del 17 de marzo de 1975, en las calle José Contreras esquina Cristóbal de Llerena, en las inmediaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

En agosto del año 2000, el ex general Joaquín Antonio Pou Castro fue condenado a 20 años, mientras que Mariano Cabrera Durán y Rafael Alfredo Lluberes Ricart fueron sentenciados a cumplir penas de 30 años de cárcel por determinar la justicia que estaban directamente involucrados con el asesinato del periodista, quien también fuera jefe de redacción de la revista Ahora.

Para muchos este hecho aún no ha sido aclarado, a pesar de los condenados por el crimen que algunos consideran fue motivado por el artículo ¿Por qué no, doctor Balaguer?

Al conmemorarse hoy el 42 aniversario de su muerte es oportuno reproducir el artículo que publicara Martínez en 1975. A continuación el texto íntegro:

 

“Señor Presidente de la República, ya que usted impide que un artista del prestigio y la calidad moral de Silvano Lora viva en su Patria, ya que dejar en el extranjero a dominicanos le produce placer o ganancias politiqueras, me voy a permitir hacerles algunas recomendaciones.

Espero que sobre todo medite la última. Como Usted ha dicho que en este gobierno, y parece ser cierto, la corrupción sólo se detiene en la puerta de su oficina, ¿Porqué no saca de la República Dominicana a todos esos corruptos? Como aquí existe una galopante inflación de delincuentes sin uniformar y, según usted, también uniformados, ¿porqué no les ordena a los calieses del régimen que los apresen y los metan en un avión? ¿Por qué no les dice a los genízaros que prestan servicio en el aeropuerto que apresen no a los que traen cigarrillos de marihuana, sino a los pejes gordos del tráfico de drogas?

¿Por qué no manda al exilio a los que reciben comisiones para negociar contratos que entregan nuestras riquezas a las compañías multinacionales?

¿Por qué no instala en un barco a los latifundistas, a los que están negados a que este país salga del subdesarrollo y de la situación de miseria colectiva que lo acompaña?

¿Por qué no entra en ese mismo barco a quienes en la ciudad son el soporte ideológico de esos terratenientes? Y también a quienes son el sostén armado, los que dan palos, apresan y torturan campesinos que luchan por sus derechos. Como Usted es enllave de los norteamericanos, ¿por qué no le solicita un portaaviones para enviar al lugar que fuese a los numerosos calieses que viven del trabajo del pueblo?

En caso de que su amistad con los Estados Unidos sea más estrecha de lo que sospechamos, ¿Por qué no le pide al Pentágono un cohete último modelo con el objetivo científico de crear una colonia de calieses en la luna? ¿Por qué no desaparece de la vista de los dominicanos honrados, que son la mayoría, a todos los vagos que en este gobierno cobran sin trabajar?

¿Por qué, tómelo en cuenta, no deposita en un cómodo asiento de primera a los funcionarios irresponsables que se las dan de Fouché contemporáneos y a la hora de la responsabilidad no dan la cara?

Y mi recomendación final: Si es inevitable que esta situación continúe, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié el domingo en el aeropuerto, ¿por qué, doctor Balaguer, no se decide usted a subirse en el avión o el barco y desaparece definitivamente de este país junto a todos los anteriormente mencionados?