¿Qué pasa dentro de la cabeza de Novak Djokovic? El serbio, intratable hasta Roland Garros 2016, ha ido deslizándose (con algún pico de éxito como su victoria en Doha tras salvar cinco bolas de partido en semifinales) cuesta abajo: revés en Australia en segunda ronda (con Denis Istomin, 117º) y derrota en cuartos en Acapulco frente a Nick Kyrgios. Sus mensajes tampoco ayudan al optimismo. «El tenis no es mi prioridad desde que nació mi hijo (Stefan, en 2014)», acaba de declarar en la cadena serbia RTS. Novak no es Djokovic. Aparece desdibujado.
Y en esto llega Indian Wells, el torneo que ha ganado el serbio en cinco ocasiones, entre ellas las tres últimas. Una gran prueba con un cuadro infernal en el que Nadal, Federer, Nishikori, Del Potro y él van por el mismo lado. «Tengo hambre de victorias. Si no, no estaría aquí. Sé que sigo teniendo condiciones para poder ganar grandes torneos», tranquilizó. Su primer rival saldrá del duelo entre Kyle Edmund y Gastao Elias.
«Estoy en la dirección correcta. Tuve dos meses en los que no era yo mismo en la pista, pero ahora estoy mucho mejor. El final de la pasada temporada me ha hecho diferente. Me siento más cómodo y con más frescura. Soy mejor jugador que antes», explicó el campeón de 12 grandes ante la prensa. Un ejercicio de autoconfirmación cuando los focos le apuntan. Ahora está a 2.215 puntos del número uno, Andy Murray, y no podrá sumar ni en el oasis californiano para millonarios ni en el próximo Masters 1.000 de Miami. Necesita volver a morder.